Por Magela Zamora
Pensar en la mejor manera de reunir el arte joven danzario, era una necesidad de la Asociación Hermanos Saiz de Guantánamo. Precedía una historia de más de 20 años de un movimiento profesional, al que siempre la juventud le imprimía sus características propias. Esa búsqueda favoreció la creación del Encuentro de Jóvenes Coreógrafos, evento por excelencia de esta manifestación dentro de la filial guantanamera.
Paso a paso se construyó un proyecto, dirigido primeramente a dar a conocer el talento local y sus potencialidades. Luego de crear un discurso organizativo de mayor envergadura, abriría sus puertas al mundo en el 2017, hasta convertirse hoy en un hecho que convoca y es seguido en Cuba y varios países.
Darle a una ciudad como el Guaso, un evento de esta magnitud, continúa construyendo y forjando el camino danzario, esta vez desde sus más jóvenes exponentes. Mezclando las tradiciones, las inigualables herencias musicales, el interesante y exitoso camino de un movimiento de artistas aficionados, el capital humano, la voluntad de varias organizaciones y el bien cimentado movimiento profesional. Dichos elementos avalaban y aseguraban el éxito de este encuentro, que fijaba también sus miradas al constante desarrollo de la danza en el mundo, intenciones creativas y auge.
Con la llegada de la Covid-19 y su inevitable giro de 180 grados a todos los aspectos de la vida, fue necesario un cambio radical en la concepción del arte. La danza, necesitada de ese ejercicio creativo, el roce, los ensayos, la experimentación presencial, el público, los detalles de las clases y todo el compromiso que exige lo físico en esta manifestación, se planteó nuevas maneras de seguir siendo danza viva y plena.
El espacio virtual se abrió como alternativa y nuevo escenario ante la pandemia. De este modo, los organizadores del Jóvenes Coreógrafos, no cedieron lugar al desaliento y se plantearon aprehenderse a los tiempos actuales y convocar a un encuentro desde las redes. Con el apoyo de la Compañía Danza Libre y su Director el maestro Elio Oreste Reina Figueredo, el Consejo Provincial de las Artes Escénicas, la Dirección Provincial de Cultura y disímiles colaboradores, afines o no a estas organizaciones, se erigió este VII Encuentro.
La tormenta de ideas marcaba un eje central por el cual dirigir el discurso: la coreografía y su expresión en tiempos de pandemia, propiciando un estudio danzario en el que ese mecanismo sociedad-pensamiento-movimiento que define y nutre al cuerpo danzante, se posicionara ante el contexto actual. A estas concepciones agregar el inevitable apego a las nuevas tecnologías y ver la necesaria manera de extraer de ellas las mejores herramientas para promover y expresar la danza.
Así se trazaron como objetivos prestar atención al quehacer de la danza joven en Cuba y el mundo, a través de su capacidad de resiliencia ante la Covid-19, contribuyendo a la formación de los mismos y fortaleciendo su socialización e intercambio. De igual manera, el necesario diálogo con los maestros y potenciar el video danza como una forma de expresión inherente al trabajo coreográfico y audiovisual, se plasmaban como metas de este certamen.
Canalizar estas maneras de pensar, solo se lograría de manera online y para ello era necesario un aparato de participación, dividido en tres modalidades: videodanza, registro y promoción. En cada uno de estos elementos resaltaba el hecho artístico con miradas particulares y a la vez unificadoras, jóvenes con intereses creativos diversos, actuales e interesantes.
“La danza trazará sus caminos, labrará cauces incluso en terrenos aparentemente inhóspitos. La danza es necesidad e impulso”, fragmentos de las palabras inaugurales el 27 de mayo, a cargo de Yuris Nórido Cabrera, Presidente de la Sección de Crítica de la Asociación de Artistas Escénicos de la UNEAC, amigo y fiel colaborador. Y así se presentó la danza y sus protagonistas en esta cita, que cuantitativamente estuvo cinco días en línea, con una programación que iba de las 10 a las 11 actividades diarias. Más de 30 proyectos, compañías, artistas independientes de Cuba, México, Colombia, EE.UU, Argentina y Ecuador, evidenciaron el alcance de la convocatoria, que debió extender su plazo de admisión por la continua recepción de trabajos de gran calidad. Se proyectaron en redes alrededor de 56 materiales, entre videodanza, cápsulas promocionales, ejercicios coreográficos, talleres, charlas, conferencias, exposición fotográfica, programas de TV, documentales, diálogos virtuales y otros. La identidad gráfica del evento estuvo a cargo de Guillermo Kerton Contreras, quien desde la experiencia personal motivó el discurso de cada una de sus propuestas.
Atemperados en temáticas actuales y algunas ya trabajadas se recibieron obras de corte social, político, antirracistas, de las heridas vividas en pandemia, de añoranza, de búsquedas de respuestas al ser humano y sus constantes turbulencias emocionales; pero gracias a la danza, que ofrece matices incalculables de creatividad y novedosos tratamientos temáticos, expuestos en este encuentro, se manifestaron cada una de estas historias. Obras de todo tipo, que bien merecen menciones particulares, pero que gracias a los saberes tecnológicos, están allí, a disposición y ejercicio crítico de quien lo desee y pueda acceder a ellas, en la página de YouTube de la Asociación Hermanos Saiz de Guantánamo.
Pero al solo mencionar algunos materiales, se encuentran propuestas como las colombianas, en su mayoría matizadas por la difícil situación que vive el país, que no hace más que lidiar con males de antaño que laceran el sentir nacional. “Al sur del sur” o “Régimen, un caso de abuso de poder”, son ejemplos. La promoción del mexicano “Río Churubusco 79”, explica las necesidades de dos seres, en plena pandemia, de encontrarse y lograr conectar sentimientos, dentro de un mismo espacio y con diversos conflictos.
Por Cuba las presentaciones demandaron el sentir infinito de una isla que no deja de soñar y que se sabe creadora en todo momento: reverencia a la Giraldilla como símbolo de vida “Oratoria”; cuerpos que representan crudas realidades “Mácula"; herencia folclórica y violencia de género en “Julián”; nostalgia por un lugar necesario y especial en “Tiempos felices”; mensaje antirracista en “¡Me gritaron negra!”; y así se hilvanaron historias que complementaban e identificaban al espectador, y requerían el regreso necesario a cada una de ellas.
El apartado teórico reservó los acertados comentarios de especialistas con miradas atentas a temas como la concordancia entre audiovisual y danza al acecho de una pandemia, o la improvisación como una herramienta clave de la creación de estos tiempos. El lugar para el diálogo intergeneracional favoreció la muestra de experiencias vividas y cómo aplicarlas a favor de las coreografías. Del mismo modo los talleres permitieron a los maestros de la escena brindar conocimientos, desde la propia tradición hasta cómo enfrentar rutas creativas en el presente músico danzario al cual se enfrentan las nuevas generaciones.
Referencias importantes para los documentales que reverencian a un paradigma de la danza y una personalidad. “Súlkary Clásico” y “Arnaldo Patterson. El Maestro”, respectivamente, desandan los caminos de la historia con total frescura. Sus realizadores presentan testimonios de conocidos y estudiosos, que concuerdan en la importancia que tiene para el devenir danzario cubano, conocer y acercarse al mundo de Súlkary, a 50 años de su puesta en escena, y a la labor e impronta del maestro Patterson. Pinceladas de historia bien agradecidas y recibidas en el evento.
Repitieron su comparecencia al llamado muchos amigos, como la bailarina y coreógrafa mexicana Úrsula Verduzco, a quien se le reconoce haber sido la primera participante internacional en el 2017. Desde esa ocasión creó un lazo especial con Cuba y los guantanameros, no perdiendo la oportunidad de una vez más acompañar el certamen con un ejercicio coreográfico.
El evento tuvo una gran acogida entre los participantes y público en general. Se compartieron constantemente temas de interés para creadores y especialistas, fomentando un diálogo diverso y atrayente. Tal vez, en ese constante flujo de información residía la incapacidad de muchos de acceder a algunos trabajos, pues con pocos intervalos de tiempo en ocasiones se presentaban en cartelera las obras. Teniendo en cuenta el aún incipiente acceso general y pleno a las redes sociales, Jóvenes Coreógrafos logró aunar instituciones y personas que socializaron los trabajos, logrando una presencia significativa en medios de comunicación masiva, que atraían más público a las redes y espacios virtuales. Para próximos encuentros, pensar en abrir una página exclusiva en Facebook para el espacio, podría concentrar los contenidos y dejar las páginas oficiales de las organizaciones como ecos del suceso.
Jóvenes Coreógrafos, en su séptima edición, fue un espacio diferente y familiar, y apropiarse nuevamente de las palabras de Yuris Nórido solo confirma que a Guantánamo se regresará en el 2022, con muchas más ideas y sueños a plasmar en los escenarios físicos: “Regresaremos a los salones, a los teatros, a las calles. Nos veremos nuevamente en Guantánamo, esa ciudad para la danza. Y probablemente subirán a los escenarios piezas imaginadas, concebidas, concretadas en esta etapa de confinamiento”.