Toda la Danza

Viengsay Valdés gestiona la perfección

Carlos Paolillo (Enviado especial).

Nos encontramos con ella tras los bastidores de la Sala Roja de los Teatros del Canal, unos minutos antes del inicio de la función de cierre de la temporada de dos semanas del Ballet Nacional de Cuba en Madrid. Viengsay Valdés, responsable por primera vez de una gira internacional de la compañía, lucía serena aunque sin perder detalle de la representación que estaba por comenzar. La responsabilidad que hace pocos meses asumiera como subdirectora artística del prestigiado conjunto, la ha convertido en voz conductora y centro de atención.

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Días antes, la habíamos visto en la interpretación de los roles centrales de El lago de los cisnes (Alicia Alonso-P.I.Tchaikovsky), y La cenicienta (Pedro Consuegra-Johan Strauss hijo), oportunidad en la que ratificó su consciente desempeño estilístico, interpretativo y técnico. En Odette-Odile, la demarcación entre los dos espíritus antagónicos fue más allá de los aspectos formales y periféricos, para abordar interiorizados detalles y sutilezas gestuales que lograron establecer las definitivas diferencias entre ambos. Greta, a su vez, evidenció igualmente su versatilidad como intérprete, al permitir la indagación de los aspectos dramáticos y psicológicos del personaje protagónico del universal cuento, así como su inmersión en un ámbito fantástico de riguroso y brillante academicismo.

En lo adelante, Viengsay Valdés deberá equilibrar sus compromisos de primera bailarina con sus responsabilidades en la conducción artística del Ballet Nacional de Cuba. Afirma con entusiasmo y convicción que trabajará con renovado esfuerzo para honrar el compromiso asumido. Cuenta para lograrlo con una férrea determinación personal, su sólida formación recibida en la Escuela Provincial de Ballet Alejo Carpentier, la Escuela Nacional de Ballet y sus 25 años de trayectoria profesional dentro de la compañía, además de una consolidada proyección internacional.

Siente el respaldo de la historia de 70 años del Ballet Nacional de Cuba, su amplio y vasto repertorio, así como su influencia y determinismo continental y mundial. La presencia, la voz y la obra de Alicia Alonso constituyen para ella un irrenunciable referente. Señala que sus enseñanzas recibidas de manera directa y personalizada, han orientado siempre su carrera profesional en los escenarios y fuera de ellos.

Valdés igualmente tiene sostén en el elenco del Ballet Nacional, integrado tanto por relevantes bailarines como por jóvenes en continuo ascenso, junto a su notable claustro de maestros, todos surgidos de esta suerte de fenómeno social que es la Escuela Cubana de Ballet.

Nuestro conocimiento de Viengsay Valdés se remonta a sus años de estudiante del nivel medio de ballet en La Habana, durante los primeros años noventa. La recordamos como una estudiante disciplinada, reservada y de fuerte personalidad. De esa época, valora el apoyo incondicional de su familia en la solidificación de su vocación, al tiempo que encuentra en Mirta Hermida y Adria Velásquez a sus maestras fundamentales.

A sus reveladoras experiencias en festivales y concursos de estudiantes, le siguió su ingreso al Ballet Nacional de Cuba, como una consecuencia lógica y natural. Allí sobresalió desde un principio tanto por sus condiciones técnicas como por su temperamento artístico, unidos a su deseo permanente de alcanzar lo que ella denomina la perfección. A una edad temprana asumió la interpretación de roles solistas del repertorio académico, transitando un camino sin regreso tras el logro de elevados ideales profesionales. Desde hace 16 años es primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba y su nombre se ha situado dentro de los más encumbrados de la danza mundial.

Asevera que compagina adecuadamente sus ahora obligantes tareas administrativas con su ineludible entrenamiento y su preparación artística, todo sobre la base de un trabajo ante todo planificado.

Expectativas hay muchas. Tanto en el Ballet Nacional como en el medio cultural cubano e internacional. Viengsay Valdés lo ha dicho claro: se propone una gestión artística asentada en los logros obtenidos por su compañía durante siete décadas, y en una necesidad detectada de adecuarla a las tendencias imperantes mundialmente en la actualidad. La búsqueda de la perfección, asegura, será siempre su norte.

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