Diane Martínez Cobas
He tenido la oportunidad de compartir grandes momentos con Chery a lo largo de este año. Hemos sido apoyo mutuo mientras pasábamos seis meses de cuarentena fructífera; yo llevaba sus pensamientos a palabras escritas y ellas, me daba trabajo para mantenerme activa, y aprendiendo cada día, cosas sobre la escuela cubana de ballet, la metodología, y su respeto a los grandes maestros.
En homenaje al centenario del natalicio de Alicia Alonso recopilamos estás anécdotas de Ramona de Saá Bello (Chery) en lo que fuera el inicio de su carrera artística junto a Alicia y Fernando Alonso.
Primer encuentro con los maestros
Tuve el privilegio de conocer a Alicia y a Fernando el día que fui a la Academia Alicia Alonso porque otorgaban unas becas para niñas que estaban en escuelas públicas, y mi hermana y yo nos presentamos. Primero entro yo hacer la prueba, salgo y luego entra mi hermana Mangui (Margarita de Saá), y Alicia dice -pero ya a ti te vimos- cuando decimos que somos gemelas.
Ella siempre tuvo una afinidad muy grande con los gemelos, los trillizos, los que fueran iguales, así, nos manda a pasar juntas para ver si lograba identificarnos, y con emoción para nosotras, exclama ̶ ¡las quiero en la escuela!, si tiene las condiciones que tuvo la primera ̶ pero Fernando igual quería hacerle la prueba a mi hermana. Este momento fue de impacto para toda mi vida, me llamó mucho la atención como ella se apasionaba con el hecho de ver dos futuras bailarinas idénticas.
Luego empezamos ya en la academia, Alicia nos impartía algunos ensayos o clases, pero nuestra profesora era Magda González Mora, quien nos dio el primer año. Mientras Alicia y Fernando se mantenían al tanto de las funciones de fin de curso, porque sabían que de ahí era el futuro del ballet que estaba fundado dos años antes.
La academia se hizo para dar una respuesta social, al gobierno de Batista, y dieron las becas para niños pobres, clase de la que procedíamos mi hermana y yo, junto a todos los demás del grupo. Éramos un total de 30 niñas, en ese momento no había varones, después hicieron la captación en la casa cuna de beneficencia. El programa lo confeccionaron para ocho años de estudio y terminamos en cinco, en los que con dulzura, amor y atendiéndonos a todos como hijos, nos formaron para la vida, no solo para ser excelentes bailarinas y maestros de ballet.
Ya con 14 años nos daban la responsabilidad de enseñar a grupos de años menores en la escuela porque su empeño, lo sigo diciendo, era garantizar el futuro del ballet en nuestro país, que todavía sufría las consecuencias de la tiranía, cuando le quitó el subsidio al Ballet Alicia Alonso. Momento en el que Fernando y Alicia, en el desagravio por la FEU, dejaron claro lo que ellos querían y sus procederes. Alicia no volvió más al país hasta el triunfo de la Revolución.
Ya en la compañía…
Alicia era una más entre nosotras y recibíamos las mismas clases. En los momentos que no se aprendía un ejercicio, se ponía a mirarse por el espejo pero siempre desde una actitud y una proyección de darnos ánimo, y el nivel que debíamos alcanzar. En ese salón estaban las cuatro joyas: Loipa Araújo, Josefina Méndez, Mirta Pla y Aurora Bosch; y Fernando siempre decía ̶ hay dos más ̶ Mangui y yo.
En aquel momento a Alicia le llegaban invitaciones del Ballet de San Francisco en el teatro griego de California, y para poder viajar, comprar los pasajes, hicimos una rifa de una zapatilla de Alicia Alonso. Salíamos por todo el Vedado a vender, de casa en casa, las papeletas y se la llevábamos al que fuera el ganador. Seguimos yendo a esta gira por cuatros años consecutivos, once muchachas en total, de las que también formaba parte Laura Alonso. Allá se realizaban audiciones para bailarines y así montamos dos veces Giselle y una Coppelia.
Fueron estas nuestras primeras experiencias con 18 años, pero en la primera gira, a Suramérica, tenía 14 años. Nosotras éramos medias traviesas porque a esa edad queríamos estar con los bailarines mayores y Alicia determinó ponernos una persona, que después de las funciones, nos llevara al hotel y nos dejara supuestamente durmiendo, pero cuando se iba, bajábamos con los grandes al bar y nos quedábamos allí, ellos nos cuidaban.
La artista que me inspiró…
Alicia Alonso era una persona de detalles, una artista verdadera. Por las lecturas que he continuado haciendo, los críticos la sitúan como la mejor bailarina del momento desde que hizo su debut en Giselle. Pensaban que al ser latina bailaba diferente pero ella era una artista que amaba, estudiaba y exigía al máximo lo que ella quería.
Cuando la operan de la vista, que fue un proceso largo y difícil, sin poder moverse se estudiaba los ballets, y Fernando la ayudaba. Contaba cada detalle de la música, los pasos, un gran trabajo individual.
Lo que nos hacía pensar mucho es que no veía casi y bailó mucho tiempo así. Llegaba a las funciones y la caminaban por el escenario para que se ubicara en el espacio. Cuando la salida en Giselle de giros hasta la pata, la esperaban para moverla al próximo sitio. Para uno, bailar solamente es difícil pero sin ver, es un reto.
Gracias ella tuvimos metas. Para nuestra generación fue un privilegio poder convivir a su lado, y seguir a una artista como Alicia Alonso.