Por Diane Martínez Cobas
Eva Despaigne fue bailarina solista y maître del Conjunto Folclórico Nacional (CFN) por casi dos décadas. Hace más de 30 años que dirige Obbiní Batá, agrupación que fundó junto a un grupo de mujeres que se arriesgaron, en los 90´s del pasado siglo, a hacer un folclor diferente, solo de féminas.
En homenaje a los 60 años del CFN, su mayor escuela, comenta de su paso por la compañía y de su admiración a quienes fueron sus maestros y compañeros.
¿Cómo llega al Conjunto Folclórico Nacional?
Cuando entré al CFN —finales de 1972 principios del 73—, ya no estaba Santiago Alfonso como miembro de la compañía, pero sí estaba al frente de todo el desarrollo de la parte técnica Alfredo O´Farril y Mirta Ocanto. Ella junto a otra muchacha, habían sido alumnas de la Escuela Nacional de Arte, quienes comenzaron sus estudios en ballet, no terminaron y de alguna manera se incorporaron al Conjunto.
Mirta y O´Farril estaban al frente de la preparación técnica, y uno de los mejores alumnos del pensamiento técnico de Santiago Alfonso siempre fue precisamente Alfredo O´Farril, excelente primer bailarín del CFN y maestro desde ese momento hasta nuestros días, hijo del pensamiento de Ramiro Guerra y quien también se nutrió de Rodolfo Reyes, coreógrafo imprescindible en muchas de las obras del CFN.
Milagros de Desdunes y yo fuimos graduadas del primer grupo que egresó de la Escuela Nacional de Danza Moderna, junto a Rosario Cárdenas, Regla Salven, Fidel Pajares, entre otros. A este primer grupo nos ubicaron en Danza Moderna de Cuba para hacer el posgrado y también como profesores de la ENA. Sin embargo, Milagros y yo estuvimos atentas a un llamado que hizo Humberto Vázquez, director del CFN en ese tiempo, sobre el desarrollo técnico de la compañía e incorporar graduados de la escuela. Decidimos presentarnos, luego nos unimos al CFN como profesoras y bailarinas.
Foto: Cortesía de la entrevistada
La cátedra de Técnica de la Danza Moderna en el Conjunto Folclórico Nacional…
Creo que soy continuadora de ese pensamiento de Santiago Alfonso, Rodolfo Reyes y de los grandes maestros de la danza cubana: Ramiro Guerra y Fernando Alonso. Nuestra entrada en el CFN propició que pudiéramos combinar todas las cosas que habíamos aprendido en la escuela y en el Conjunto de Danza Moderna al trabajo que estaba haciendo en la compañía O´Farril.
Luego de cinco años me convertí en maître de danza, junto a un grupo de profesores que ya estaban en el CFN y otros que llegaron de la compañía folclórica de Ciudad de La Habana Pataki, como Julian Villa Trujillo y Domingo Pau. Hicimos una cátedra de Técnica de la Danza Moderna para analizar la técnica adecuada e impartirla en la compañía.
Nieves Fresneda estaba aún en la compañía y continuaba impartiendo clases; también se mantenían en el CFN: Concepción Delgado, Margarita Ugarte, Silvina Fabars, Lucía Subiadur —las mejores bailarinas de aquella época—. Entonces, crecer como profesional antes la disciplina y el estoicismo de estas mujeres, me marcó. Fue un honor dirigirlas como maître de danza y compartir la escena con cada una de ellas.
Para que todas ellas siguieran dando clases, organizamos el trabajo entre lo que es ser demostrador y profesor dentro de Folclor. A la savia de estas bailarinas, había que incorporar una metodología que permitiera disfrutarlas al máximo y beber de ese conocimiento, por lo que ellas no podían estar en el medio de una clase dirigiendo a los bailarines. Entonces propusimos que ellas danzaran como demostradoras y otra persona dirigiera la clase, vigilara los pasos, conservara la disciplina y velara a los intérpretes en ese trabajo de repetición de lo que hacían estas grandes artistas de nuestro folclor.
Su paso como bailarina solista por Conjunto Folclórico Nacional…
En mi paso por el CFN tuve la oportunidad de ser solista en una época donde había que trabajar muy duro para llegar a ser primer bailarín o solista principal. Imagínate que ser solista para mí, era una divinidad. Pude hacer el Negue en Arará, coreografía de Roberto Espinosa, el Gavilán y el Gallo Blanco de la obra Campesino de Manolo Micler. Participé en todo el trabajo de Ramiro Guerra en el CFN —solista en el Gagá, la Tajona y la Chancleta de Tríptico Oriental; solos que compartí con Milagros Desdunes y Silvina Fabars. En la obra Trinitarias hice "la mulatica con sombrilla" y canté junto a Julia Fernández. También en la obra Alafin de Oyó fui la primera mujer en interpretar el Eleggua, y la tercera en hacer este personaje, representado solo por hombres de la compañía.
Muchos buenos recuerdos me quedan de esos tiempos y todo mi respeto a la compañía, porque fue mi gran escuela en una época de oro donde existía el binomio “raíz y corazón”, amén de todas las cosas que pudieran suceder. Las discusiones o los disgustos se quedaban fuera de la escena, porque allí éramos uno: éramos hermanos, artistas fundamentalmente antes que nada. Ese era el pensamiento, y eso aún lo conservo.
Foto: Cortesía de la entrevistada
Más de 30 años de Obbiní Batá.
A pesar de toda esta maravilla que te he contado, ir para Obbiní Batá fue una decisión dura porque era partir de lo que tenía, de lo que había logrado ya como artista, de haber conocido el mundo y viajado casi por 20 años.
Surge Obbini Batá un día de los padres en el patio de la compañía —fue creada la agrupación por Jaime Casielle, divulgador del CFN, y Carmen Méndez—; ese día las bailarinas regalaron una actuación.
A Carmen Méndez le gustaba mucho la percusión de los tambores batá y siempre estaba al lado de los bataleros en clases y ensayos aprendiendo, y se suma a esta idea de Jaime y hacen la actividad. Entonces ahí se hizo un grupo donde las mujeres tocaban, bailaban.
El impacto fue tan grande para el resto de las bailarinas que enseguida el chip se encendió. Me dije: además de bailar yo puedo completar mi formación como bailarina folclórica tocando y cantando así. Entonces, se sumaron muchas, casi todas, pero empezaron los problemas de explicar y demostrar que las mujeres no estaban violando ni profanando los tambores.
Una cosa es el tambor de fundamento y muy distinto es el tambor avericular. Los religiosos debían reconocer su tambor porque uno con llaves de níquel, cuñas de madera, sin la tira del animal correspondiente, no es un tambor de fundamento. Todo eso había que investigar para que las mujeres pudiéramos tocar.
Esto creó problemas al punto que tuvimos que convertir a Obbini Batá en una agrupación independiente. Sin embargo, la idea siempre fue que el CFN tuviera una opción más dentro de su repertorio.