Pedro Ángel
Sin embargo, sobre la danza, en cuanto a estudios significativos, el silencio ha sido total desde los antiguos hasta los postmodernos. No gotas perdidas lanzadas al vacío pueden llenar un recipiente para calmar la sed de los curiosos sobre la temática[1].
Ramiro Guerra.
La muerte sorprendió a Ramiro en fecha señalada — un primero de mayo — cuando La Habana se dedicaba a esas reparaciones a las que nos conduce obligadamente una mañana de desfile en la Plaza de la Revolución.
Al día siguiente, nos congregamos consternados en el vestíbulo de la Sala Avellaneda del Teatro Nacional: bailarines, líderes de compañías y agrupaciones, directivos de la cultura, coreógrafos, discípulos, estudiantes, maestros, críticos y teóricos, en fin, gente de la danza que lo quería bien.
La matancera Lilita Padrón, quien tanto lo admirara, bailó para él de forma muy sentida y Santiago Alfonso, a quien llamaba con cariño, mi Negrito, sumó a su dolor el gran esfuerzo de coordinar todos los detalles de tales momentos como hace un buen hijo en la muerte de su padre.
Todos hicimos la guardia de honor, la última a cargo de los directores de compañías: Miguelito, Santiago, Johannes, Lizt, Liliam, Armando, el mellizo… Isabel Monal, directora fundadora del Teatro Nacional, tuvo a su cargo el elogio fúnebre.
Luego, un grupo íntimo, llevó sus cenizas hasta el lugar señalado por el maestro, un trozo de costa y mar entre el torreón de la Chorrera y el restaurante 1830.
Fuimos en dos ocasiones al apartamento de Ramiro para consultarle el proyecto de esta revista. En la primera ocasión, se encontraban el servicial Emilio[2] y Fidel Pajares[3] y me acompañaron tres estudiantes del ISA, Dayana, Camila y Adriana Braña. Ramiro nos escuchó y dio por cosa hecha el proyecto de publicación digital, propuso el nombre que hoy lleva la revista y comenzó a disertar sobre los problemas que afectan con mayor frecuencia a las publicaciones sobre danza.
Las virtudes del arte de la danza cubano son ampliamente reconocidas, tanto en el ámbito internacional como en el seno de nuestra sociedad. Ello es válido tanto para las variantes espectaculares como para los bailes populares y de basamento ritual en todas sus variantes.
Los estudios epistemológicos sobre la danza no gozan, sin embargo, de la misma autoridad y, con frecuencia, se expresa la idea de que no están a la altura de la práctica danzaria. Se señala especialmente a la Crítica pero la pertinencia o no de la expresión puede ser objeto de una polémica más extensa que desbordaría los límites de este trabajo.
Los estudios teóricos sobre danza en Cuba tienen un nombre principal, un fundador, Ramiro Guerra (La Habana, 1922). Su obra, desde la primera edición de Apreciación de la Danza a De la memoria fragmentada, su proyecto de autobiografía en etapa de preparación para le edición[4], aborda los más diversos temas relacionados con la danza: la sexualidad[5], la narratividad[6], las danzas latinoamericanas[7], la teatralidad y el folclor; así como otras modalidades de tratamiento del material objeto de estudio.
En Cuba, toda la teoría nace de ahí, de ese librito rosado y blanco[8] ha dicho el historiador Miguel Cabrera sobre Apreciación de la Danza. Ahí está la fuente, aunque luego la quieran disfrazar con términos complicados[9].
Coordenadas danzarias (Ediciones UNION, 2000) es un texto integrado por cinco estudios duros de aires estructuralistas y que resulta novedoso para el momento en que nace y para el arte sobre el que indaga, a pesar de la década de retraso y peripecias editoriales hasta su publicación. El ensayo denominado Del discurso coreográfico resultó revelador y hasta la fecha no parece ser rebasado por nuevos tratados sobre el tema en lengua española. Coordenadas tiene el atractivo adicional de contar con un trabajo revelador: Del Decálogo del Apocalipsis, hito insoslayable para quienes deseen adentrarse en el conocimiento cabal de los avatares nuestra Danza moderna.
Calibán danzante (Letras Cubanas, 2008) es, según palabras del editor, texto de vocación antropológica[10]. El autor recorre a lomos de la danza un intenso análisis de los modos de bailar que va encontrando en un extenso itinerario por el ámbito latinoamericano y caribeño: de las danzas de orishas del candomblé brasileño a los bailes del vodú haitiano; de las miméticas de los tarahumaras de México a los medievalismos trasculturados, dispersos en el continente; de los bailes del Día de Reyes habanero, aprehendidos por Landaluze, a las diabladas andinas. Publicado por primera vez en Caracas (Monte Ávila Editores, 1998), es su libro más conocido en el Continente y obra que se adentra en la espiritualidad de lo que José Martí denominara el hombre natural[11] en contraposición a la hipótesis del bárbaro. La metáfora de Calibán, lo explica por sí solo.
Con Eros baila. Danza y sexualidad se produjo el hecho singular de que un libro sobre danza haya obtenido uno de los más prestigiosos premios literarios cubanos[12]. Se trata de un libro temático, con una apreciable carga de información que se sustenta en una noble y jugosa prosa, que resulta digna muestra de la erudición de su autor tanto por el texto mismo como por la enorme bibliografía manejada e imágenes compiladas. Estamos ante el caso del libro que se deja leer gustosamente y que los lectores, especialistas o no, devoran con avidez. Con igual suerte entre los lectores, aunque menos conocido por razones de su reducida circulación, corrió su gemelo El síndrome del placer (Editorial Capiro, 2003), texto de semejantes cualidades y que la editorial de la Universidad de las Artes (ISA) reeditara en fecha reciente por iniciativa de la profesora Marilyn Garbey.
De la narratividad al abstraccionismo en la danza (CIC JM, 2003) es otro volumen del mismo autor que se adjudica un premio, el del Centro Juan Marinello, 2001. Siguiendo los pasos de la historia, el texto indaga sobre los modos de decir del arte danzario, los sistemas de señales que en él coinciden y la imagen danzaria. Es libro para el lector y para el estudioso. Su hechura se ajusta tanto a las exigencias de la historia como de la teoría para mostrarse como una de los más singulares entre aquellos que abordan la problemática danzaria en el ámbito hispánico.
Develando la danza (Ediciones ICAIC, 2013), otro texto duro, al decir del maestro, deviene estudio sobre semiótica danzaria de elevada pertinencia. Al reflexionar en torno a tales aspectos, Ramiro Guerra escarba en las tipicidades del lo semiótico en la teatralidad, analiza las características de la danza en tanto texto artístico, inquiere sobre texto e intertextualidad, escruta acerca de los sistemas significantes propios de este arte, precisa las dimensiones de los diacrónico y lo sincrónico y versa sobre otros tópicos imprescindibles para un profundo análisis danzario.
Toda la danza, su paso breve… (Ediciones Alarcos, 2010), es una excelente compilación de la abundante obra de Ramiro Guerra no contenida en libros, realizada por Lissette Hernández García y que se publicó con Prólogo de Norge Espinosa. En este valioso volumen pueden encontrase estudios breves, críticas, comentarios y otros trabajos salidos de la pluma de Ramiro a lo largo de más de cincuenta años sobre disímiles temáticas de su arte.
El estudio profundo y la interpretación de la obra teórica de Ramiro Guerra exigen por sí mismos una continuada y profunda investigación. Ha de ser un trabajo independiente pues su obra constituye un hito en la danza cubana. De la publicación de Apreciación de la danza a la fecha, la constante labor de Ramiro Guerra ha cambiado la faz de los estudios teóricos en Cuba pero, dadas las carencias entre las que se desenvuelve nuestra vida, no siempre es lo necesariamente conocida aún entre la gente de la danza. Valgan estos apuntes para propiciar una aproximación a la misma y una invitación a su lectura.
La permanente tendencia al crecimiento de los estudios de orden teórico sobre la danza que tuvo comienzo en tiempos del Renacimiento y llega en el siglo XVIII a un punto apreciable con la obra de Jean-Georges Noverre, ha recibido un impulso digno de tenerse en cuenta desde los finales del pasado siglo y los años de la transición bisecular XX/XXI. Aunque aún la producción de libros, revistas y artículos sobre danza se cuenta en cifras mínimas, en relación con otras artes, es evidente que nunca antes se investigó o escribió tanto sobre danza como en los tiempos que vivimos.
En Cuba se ha producido un fenómeno semejante, ajustado a las realidades económicas de la nación. Si el advenimiento del llamado período especial le propinó un golpe terrible a la crítica danzaria y a las publicaciones periódicas en general, especializadas o no, de manera casi inadvertida se ha ido vigorizando una vocación por los estudios teóricos e históricos sobre la danza que, a más de las exigencias internacionales, toma fuerza con la constitución de la carrera de Arte danzario en la Universidad de las Artes y las exigencias que la academia le ha impuesto a esta rama artística.
Decenas trabajos de curso, de tesis en opción al título de licenciado[13], de tesis de maestría y unas pocas pero sólidas tesis de doctorado[14] han creado una base de saber, tal vez insuficientemente conocida y valorada que no hubiera podido ser imaginada veinte años atrás.
En medio del florecimiento de los estudios teóricos en el ámbito internacional, es una dicha para los cubanos contar con una creciente cantera de críticos y teóricos que se adentran en los más disímiles parajes de la danza. Entre todo, no hay duda posible acerca de que el más importante teórico de la danza en nuestros días es el cubano Ramiro Guerra, a quien hemos perdido en fecha reciente.
[1] Ramiro Guerra: Develando la Danza. Ediciones ICAIC. La Habana, 2013. p. 17.
[2] Ayudante y secretario de Ramiro Guerra en los últimos años. N. del A.
[3] Bailarín y maestro de danza cubano. Autor de Ramiro Guerra y la Danza en Cuba. N del A.
[4] Ramiro nos contó que se encuentraba en etapa de revisión, labor que encomendó a Norge Espinosa. N. del A.
[5] Para una información más detallada ver en las publicaciones de Ramiro Guerra: El síndrome del placer. Editorial Capiro. Santa Clara, Cuba, 2003; y Eros baila: Danza y Sexualidad. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 2000. N. del A.
[6] Ver De la narratividad al abstraccionismo en la Danza. Centro de investigación y desarrollo de la Cultura cubana Juan Marinello y Diputación de Sevilla. La Habana, 2003. N. del A.
[7] Ver Calibán Danzante. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 2008. N. del A.
[8] En Cuba, toda la teoría nace de ahí, de ese librito rosado y blanco. Miguel Cabrera en las palabras de presentación de la edición digital de su libro El Ballet en Cuba. Apuntes históricos. Ediciones Cúpulas, Universidad de las Artes. Pabellón Cuba, La habana, sábado 29 de marzo de 2014. Apuntes del autor.
[9] Ibídem.
[10] Editorial Letras Cubanas. Notas de contraportada. La Habana, 2008.
[11] Ver Nuestra América.
[12] Premio Alejo Carpentier, 2000.
[13] El término oficial es Trabajo de diploma en opción al título de licenciado(a), N. del A.
[14] Hasta la fecha han defendido exitosamente sus tesis de doctorado en el ISA/Universidad de las Artes: Bárbara Balbuena Gutiérrez, Noel Bonilla Chongo, Miguel Cabrera García, Kenia Luz García Cabrera, María del Carmen Mena Hernández, Carlos Paolillo y Ernesto Triguero, varios de ellos, profesores de la Facultad de Arte danzario de la citada universidad.