América Medina Hechavarria
Coincidir con esta pieza fundamental de Danza Contemporánea de Cuba (DCC) fue un reto pues el diálogo, una vez que lo logramos, tomó varios sentidos. Nos enfocamos en sus antecedentes, deseos y las sensaciones que ha memorizado a lo largo de su carrera, Considero que estos pretextos son enriquecedores para la memoria de la Danza Cubana: Yoerlis Brunet Arencibia, actualmente bailarín, maestro y ensayador de DCC. Él se dedica a formar, a encontrar sentidos desde las imágenes de los cuerpos, le preocupa sentir.
El encuentro fue en su espacio habitual de trabajo, acompañado del sudor, resultado de la conclusión de su clase o ensayo. Me pregunto cuántas veces ha sudado su cuerpo, hasta dónde su sudor puede contar una historia.
¿Cómo llegas a la danza? ¿Qué te provocó para expresarte a través del movimiento?
A mí siempre me gustó bailar, pero lo que más me provocó fue cuando estaba en el Pre-Universitario, había una Casa de Cultura en Ciudad Libertad (Marianao), allí empezó para mí la danza, al tomar clases de técnicas, participar en concursos de aficionados, entre otras cosas. En este lugar había una muchacha, Magdalena Ramírez, quien era mi instructora, graduada de la Escuela Nacional de Arte (ENA). Ella tenía un buen dominio de la técnica y de la clase. Esta maestra es quien me incentiva para llegar al Teatro Nacional de Cuba y además me inscribió en los talleres. Ahí fue donde empecé yo.
¿Cuándo llegas a Danza Contemporánea de Cuba (DCC)?
A los tres años de estar en el taller, Margarita Villegas y el maestro Esteban fundan un proyecto de danza, Omo Irawo, en el que se bailaba folclor, principalmente mezclado con danza contemporánea. Allí nos acompañaba Alexis Vázquez, quien nos pintaba, hacíamos performances, con tambores en vivo.
Al mismo tiempo, había obras de la Compañía que se encontraban en repertorio pasivo y nosotros las bailábamos como el Mambo de Panorama por Víctor Cuellar, La Negra Fuló y eso lo presentábamos en las actividades de la compañía.
Hablemos de tu vida profesional, una vez que eres parte de DCC.
Voy a cumplir en la compañía 22 años. El proceso fue muy difícil, siempre recuerdo el primer ensayo con Isidro Rolando y María del Carmen, íbamos a bailar en la Inauguración de los Juegos Panamericanos. Ese primer ensayo con María del Carmen fue fatal, no hacía sintonía con nada.
Como yo había entrado en DCC pensando en hacer Súlkary, era lo único en que pensaba, la obra que más me gustaba. Diría que entré en la compañía para bailar Súlkary, ese fue mi motivo. Yo quiero bailar eso, ese fue mi impulso y baile la obra hasta el último reparto.
La danza folclórica y el espectáculo de cabaret, llegan a la vida de este bailarín para enriquecer su lenguaje. Cuéntanos cómo te relacionas con estos métodos de trabajo, los cuales son fundamentales para tu desarrollo.
Durante el proyecto Omo Irawo teníamos que aprender folclor, aunque fuera mezclado con técnica de danza moderna cubana, la base era la danza folclórica. Luego hubo un tiempo que en ese espacio ensayaba la Compañía de Danza Folclórica Raíces Profundas, con el difunto Juan de Dios, que en aquel entonces no tenían local. A ellos les di clases de Técnica y recibía la clase de Folclor,, esto era después que del taller. En ese entonces era maestro del taller y a la vez estaba en la compañía. Ahí fue donde aprendí de verdad sobre la danza folclórica, sus pasos, los toques, entre otras condiciones de estas danzas, orisha por orisha.
Luego por mi cuenta fui estudiando las Discografías Yorubas, con cantos muy especiales, entre ellos, Lázaro Ros, quien tenía muy buena dicción. Además, tengo hecho.Santo. Con todo este material lo que hice fue una mezcla de mi vida como santero y de mi vida profesional como profesor de folclor. Fue una unión muy factible y hermosa.
En cuanto al cabaret, tenía un difunto amigo que se llamaba Lázaro, era bailarín del Copa Room del Riviera y hacía falta un profesor. Esto fue sobre los años 2000-2001, en ese entonces el coreógrafo era Tomás Morales. Aquí tuve la posibilidad de montar un show completo de dos horas. Ese es un sueño que tengo dormido, porque nunca pude bailar espectáculos y me gustaba mucho, aunque la vida me cambió el camino totalmente. Fue una experiencia muy formadora. Aprendí muchísimo.
Hoy, ¿Cuál es tu papel aquí en la compañía?
Jejeje! Lo peor que hice fue haber dejado de bailar para volverme ensayador. Esta función implica una responsabilidad mayor. En mi caso, no dejé de bailar, siempre me mantuve muy activo dentro y fuera de la compañía. Comencé como ensayador aprendiéndome la obra Sombrisa, le fui cogiendo el gusto y el sistema de trabajo. Con el dominio del trabajo en el cabaret, me refiero a los cambios de puestos, el aprender las calidades de la obra, me ayudaron mucho para adquirir habilidades como ensayador.
De ahí me dieron la oportunidad y empecé a ensayar C.C.Canillitas, de Jorge Abril, que indagaba en la historia de Chaplin, con fuerte trabajo de la dramaturgia y la teatralidad. Me interesó lograr imágenes, brindar recursos para que los bailarines lleguen a la realidad de la obra, de la época.
Como ensayador para enfrentar un proceso lo primero que hago es sumergirme en la mente del coreógrafo, escuchar todo lo que dice, lo que exige, su manera de moverse, de articular sensaciones. Valoro su cualidad para llegar a una calidad de trabajo. Esto me resulta, para una vez organizada la obra poder mantener su esencia, más allá de limpieza de movimiento. Hay que conocer bien al coreógrafo, aprender a descifrarlo y entender su individualidad. La palabra de orden es conocer. Recuerdo procesos con George Céspedes, Jan Linkens, con Anabelle López Ochoa, quien se caracteriza por ser sensual, aplica en su obra la técnica de ballet clásico llevado a lo contemporáneo, ella muestra un estilo muy particular de trabajo. Con Jan Linkens entendí lo meticuloso de trabajar el detalle, llegar a lo más íntimo de un movimiento, aunque sea perfecto resulte movido por el corazón y por los sentidos.
Me ha pasado por la mente crear alguna que otra pieza, pero en cada proceso sugiero, invito a los bailarines a construir, improvisar desde alguna idea. Pienso que también esta acción es coreografiar.
En DCC los procesos coreográficos parten mucho de la improvisación, de lo que puedan crear los bailarines, desde la pauta que marca el coreógrafo. Mi función como ensayador es conservar, mantener la pauta y la idea
Eres maestro de Técnica de Danza Moderna Cubana en la compañía, ¿Qué le aportas a la clase?
Creo que mi clase surge a partir de los procesos de montaje coreográfico, en ellos observo las deficiencias de los bailarines tanto técnicas, físicas y mentales, con respecto al espacio, al respeto de las pautas. Busco las problemáticas de trabajo y desde ahí creo la clase. Preparo el entrenamiento en función de la obra a través de la Técnica de Danza Moderna. Los ejercicios de Danza Moderna Cubana resultan muy estáticos, sobre el eje, muy sobre el centro, no se desplazan. Yo trato de empezar en el eje, pero me puedo trasladar atrás o hacia delante. A partir del proceso enriquecer un poco la técnica porque los bailarines lo necesitan para enfrentarse al trabajo coreográfico con mejor calidad. Entender mi diagonal detrás, moverme en el espacio, buscar mi lateral.
Hay clases de exhibición, estas tienen un ritmo porque cuentan con un espectador además de cierta espectacularidad. En clases propias de la compañía, busco cualidad. Trato que la música esté de acuerdo con lo que yo quiero. Si es un ejercicio rápido, tal vez utilizo la meta de Changó, si es un ejercicio que lleva una respiración, un sentido suave puedo acompañar con Oshún. Me gusta explorar la cualidad del hombre cuando es suave, la cual resulta muy sensual. Utilizo la música en función de ese objetivo.
¿Qué te gustaría compartir o decir al bailarín de hoy?
El bailarín de hoy necesita más conexión con la vida, con la literatura, conexión con el alma y con el espíritu que pueda florecer en el escenario.
Hay momentos que me cuesta trabajo el diálogo para llegar a la expresión. Los tiempos son distintos. Internet nos consume, la sensibilidad es distinta, todo circula desde un click. Pienso que hay que regresar un poco, encontrarnos con lo natural, buscar una sensibilidad. Tratar de trasmitir algo al público para que se pueda identificar con algo, que no sea solo movimiento. Compartir con ese espectador una experiencia.
Pienso que la compañía está en muy buen momento, donde los niveles de los bailarines son muy evidentes, los más experimentados, los menos y lo recién egresados a la compañía.