Por Ailen Vital
En cada mes de julio se congregan en las calles de Santiago de Cuba visitantes y lugareños en espera de la gran Fiesta del Fuego, celebración llena de colorido y alegría que aspira a fusionar el colosal diapasón identitario de los pueblos de la región del Caribe, más allá de dicotomías geográficas y lingüísticas.
Foto: Tomada de la página de Facebook del evento
Desde sus inicios en 1981 el Festival busca promover el intercambio de opiniones y experiencias entre artistas e intelectuales de las más diversas manifestaciones y estilos a través de coloquios, exhibición de movimientos artísticos y toda especie de actividades teóricas y culturales. En esta fecha el Festival del Caribe 2021 llega a nosotros reinventado, de la misma manera que hace ya 17 meses ha sido reinventado toda suerte de intercambio social que procure promover el legado de nuestras tradiciones.
Obligada a migrar hacia el ya conocido escenario virtual, la cultura popular del Caribe recobra vida en cada uno de los talleres y espacios diseñados para el convivio de los interlocutores cibernéticos que se dieron cita en las salas chats creadas para la 40 edición del Festival del Caribe, Fiesta del Fuego.
El Taller de Danza y Percusión resultó la perfecta excusa para aunar en un mismo sitio a pensadores de la danza cubana, a gente que procura la preservación de lo más arraigado de nuestros componentes socioculturales. Fue un espacio de integración que desde la danza, como asevera la fuente oficial del Festival, encaminaba el debate, la divulgación, aprendizaje, reflexión e intercambio de las experiencias en la creación danzaría-musical.
En aras de suscitar un evento de carácter multicultural, el Taller de Danza y Percusión de conjunto con la Casa del Caribe y bajo el auspicio de la Filial de la Universidad de las Artes en Santiago de Cuba, el Consejo Provincial de las Artes Escénicas y la Alianza Francesa, se ocuparon de sesiones teóricas que buscaban enriquecer los procesos danzarios identitarios de Cuba y el Caribe.
El rico programa coordinado por la MS.c Mariela Montel Semanat y la Lic. Marieta Mesa Rojas trató, entre otros temas, Las danzas populares y tradicionales; La danza y percusión: La herencia franco-haitiana en América; La danza como construcción social y cultural del cuerpo en movimiento; La danza como modelo analítico de interpretación socio-cultural desde las tendencias contemporáneas; Danza y masaje: profilaxis de vida para bailarines y músicos; Tecnologías y visualidad en las técnicas danzarías contemporáneas y La Percusión y sus sentidos.
Es de primerísima necesidad resaltar la importancia que atribuyeron los participantes al rescate de nuestras identidades sobre la base de lo que está escrito, el estudio a fondo de esos bailes que aparentemente han desaparecido o han quedado en el olvido pero que, en realidad, han sido resguardado por diferentes culturas y han evolucionado a través de sucesivas generaciones. En favor de la preservación de tradiciones y amparo de nuestra historia el proyecto etno-musical Afrokuba, dirigido por el profesor, antropólogo visual e investigador Miguel Ángel García Velasco, presentó los documentales Jesus Pérez, el imprescindible de la música cubana; AsereCrúcoro; Zúlkary medio siglo despúes; EggúnPaCha Chat, genuinas muestras de trabajos audiovisuales que explotaban la bondades y riquezas de la reconstrucción filmográfica como sustanciales trabajos de campos.
El MS.c José Luis Gonzáles Rosabal, director de la Academia de Masaje Dojo Terapéutico, propuso una intervención sobre el tratamiento del hielo en las lesiones del cuerpo humano desde el punto de vista bio-psico-social, un cuerpo que está determinado por características biológicas, y a la vez es influenciado por aspectos psicológicos y por el entorno social. Por su parte, el profesor Reinier Aguilar Gutiérrez presentó la ponencia Acro-Yoga y Masaje Tradicional Tailandés para bailarines, y la maestra argentina de aereoyoga Graciela Heredia y su conferenciaElYoga como práctica de entrenamiento para bailarines.
El Caribe y la marca Conga el ciclo de danzas pertenecientes al Vodú y las problemáticas de orden danzario que ésta presenta en su enseñanza, así como las ponencias dedicadas al análisis del ÍremeAbakuá y la danza yoruba de Elegguá como parte del proceso de enseñanza-aprendizaje, también fueron temas abordados por el panel de internautas.
La MS.c Maritza López Gonzáles propuso una aproximación estética a la danza folclórica de hoy, para abrir un sugestivo debate en pos de la permanencia y calidad de las danzas folclóricas en la escena cubana.
Para reflexionar sobre estas herencias africanas, la MS.c guadalupeña Khety nos conectó a África y convidó a construir puentes con el Caribe por medio de la tropicalización del continente y una mirada caribeña, vislumbrando así estos espacios como herramientas que unen y proporcionan elementos que permiten poner en relieve la herencia.
Esta perspicaz manera de aunar puntos de vistas de diferentes expresiones músico-danzarias propició a los participantes resaltar la lucidez de la gran cultura de resistencia que somos. Cómo pese a las limitaciones, a la persecución sistemática del poder hegemónico y al mestizaje que ha padecido la herencia afro, nos une el sufrimiento, el cimarronaje, una historia de colonización/ descolonización y un mismo sentimiento de liberación antiesclavista.
Las condiciones en las que se desarrolló este XXXX Festival del Caribe no impidieron que se rindiese merecido tributo al medio siglo del estreno de Súlkary, coreografía del maestro y Premio Nacional de Danza 2001, Eduardo Rivero. En consecuencia, la Lic. América Medina trató la obra del maestro como pieza que rompe zonas limítrofes entre la danza contemporánea y folclórica, en paralelo al cuerpo como área privilegiada en la que se insertan códigos, atributos y signos.
Se amplió en la práctica y aprendizaje de la Rumba como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y, especialmente, en el Guaguancó como una de las vertientes más populares dentro de este complejo músico-danzario, representativo de la transculturación y criollismo a los que fueron sometidos los distintos grupos étnicos confluyentes en Cuba. Por su parte, el Proyecto Promotor Cultural Timbalaye, con la representación de la Lic. Irma Castillo junto a Ulises Mora, ampliaron desde el accionar rumbero sus experiencias en el afán de hacer danzar la identidad en favor de la defensa y conservación de nuestro patrimonio.
Se presentaron ponencias dedicadas a las danzas “de a pie” del estado de Tamaulipas, la Jota cordobesa de Argentina, la danza estilo Vogue de Estados Unidos, la Mayola de la Isla de la Reunión. También dijeron presentes las danzas dahomeyanas y la tradicional Árabe o también conocida como Belly dance.
Hubo espacios para el análisis de obras coreográficas, debates sobre la escena cubana y sobre teatralización del hecho folclórico, junto a una contundente ponencia sobre la rivalidad festiva entre los Bandos de Majagua, en Ciego de Ávila, a cargo de la profesora titular de la Universidad de las Artes, Graciela Chao Carbonero.
Tuvo lugar el lanzamiento del disco IfáAyikeka: Ifá es universal, en saludo al 40 aniversario de los Estudios Siboney de la EGREM; las presentaciones de la revista cubana de rumba y cultura popular Timbalaye, y del concurso Juan Bautista Castillo In Memoriam como parte constituyente del quehacer artístico de un programa que promovía el encuentro de culturas.
Esta 40 edición del Festival del Caribe y, específicamente el Taller de Danza y Percusión, por atípico no perdieron el carácter productivo. Se promovió la idea de integración como bastión de la defensa y salvaguarda de los valores más auténticos de nuestra Cultura Popular Tradicional, no solo como identidad y parte de la memoria colectiva, sino como baluarte de la cultura de resistencia que nos une. Desde las plataformas digitales, el intercambio de experiencias pedagógicas y creativas proyectaron el folclor caribeño hacia todas las direcciones, con la premisa de no perder la esencia de lo autóctono y más genuino de nuestro legado dancístico.
Con un alcance mayor de lo esperado, el Taller de Danza y Percusión de la cuadragésima edición del Festival Internacional del Caribe logró sobreponerse a las adversidades de la no presencialidad, encontró las maneras y modos de juntar a artistas, promotores y aficionados de distintos países, en pos de la sanación cultural que conecta a nuestros pueblos.