Por Dainelis Morgado González
Luego de culminar exitosamente la 27 Edición del Festival Internacional de Ballet Alicia Alonso (FIBAA), de la Ciudad de la Habana, quedan en la memoria de los espectadores las actividades que hicieron de este un reencuentro memorable, luego de cuatro años de silencio a causa de la pandemia mundial de la COVID-19. La presente cita fue una afirmación de la voluntad de las instituciones culturales de sobreponerse a las dificultades de nuestros tiempos y celebrar por todo lo alto el talento danzario cubano. El 20 de octubre, en digno homenaje a la cultura nacional, se inauguró el Festival y se extendió hasta el 13 de noviembre.
Las actividades colaterales que acompañaron las funciones principales con sede en el Teatro Nacional de Cuba, el Fausto de Matanzas y el Tomás Terry de Cienfuegos, comenzaron desde el 5 de octubre. Un ciclo audiovisual denominado Danza en la Pantalla, se proyectó en el cine La Rampa, ubicado en el Vedado capitalino. Variadas fueron las producciones internacionales que articulan el lenguaje cinematográfico a partir del argumento danzario, dentro de las cuales se destacaron Las Indias Galantes, de Philippe Béziat, y Les Chatouilles, de Andréa Bescond y Eric Métayer.
Mas no fueron solamente las producciones de ficción las que protagonizaron el espacio del FIBAA, pues el día 27 de octubre a las 7:00 PM se estrenó en el país el documental Hasta el Alba. Diario de un proceso creativo, en la Casa del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. El director Horacio Alcalá, de origen mexicano, junto a Juan García (fotografía) y José del Pozo (guion), ilustraron en 72 minutos el proceso de montaje de uno de los clásicos internacionales con amplio protagonismo en el Festival: Giselle.
Es una especie de making-off de claves preciosistas que acumula imágenes que remiten a distintos momentos creativos de la Compañía Nacional de Danza, bajo la dirección de Joaquín de Luz. Los protagonistas se emplazaron backstage y en el espacio de la Biblioteca Nacional de España y contaron sus experiencias en la Compañía y los retos que supone el montaje de un espectáculo tan citado. Este documental fue previamente proyectado durante la Semana Internacional del Cine de Valladolid el pasado noviembre del 2021.
El Teatro Nacional de Cuba (TNC) no solo fungió como sede oficial del evento, sino que, además, prestó sus galerías para la celebración, desde la fotografía, al ballet y sus personalidades. Con motivo del 40 aniversario del estreno mundial del ballet La Diva. María Callas in memoriam, protagonizado por la prima ballerina assoluta de Cuba, se inauguró en la Sala Avellaneda la exposición Alicia Alonso. La Diva. María Callas in Memoriam. Más de una veintena de instantáneas y documentos del Museo Nacional de la Danza exaltan la figura escultural de Alicia, con imágenes contenidas en marcos plateados y contornos rosados. El lente permite la evocación de un pasado reciente que aún vibra en la memoria del público cubano.
La presente muestra no se conforma con la primera planta del espacio, sino que se extiende al segundo nivel, continuando con una lectura lineal y sin aparentes discursos curatoriales que sobrepasen la función única de rememorar este momento específico de la historia. Asimismo, y como especie de archivo bibliográfico, se exponen en una vitrina un Programa de Mano de las presentaciones del Ballet Nacional de Cuba en el Auditorio do Pazo de Congresos en Galicia (1992), así como el Programa de la temporada que ofreció el Ballet Nacional de Cuba en el Teatro Municipal de Santiago de Chile en 1991 y la Portada de la revista Cuba en el Ballet: Alicia Alonso y Orlando Salgado en La Diva (María Callas in memoriam) del año 1987.
Por el otro extremo del TNC, las paredes del la Galería Portocarrero de la Sala Covarrubias, fueron adornadas desde el 21 de octubre con fotografías que recuerdan los momentos célebres del pasado Festival. A manos de Ariel Cecilio Lemus y Maykel Espinosa como fotógrafos especialistas en la cultura (forman parte de los equipos de Editorial Periódico Granma y Juventud Rebelde, respectivamente) ve la luz la muestra titulada Miradas en Pas de Deux. El color se muestra como un agente expresivo que enfatiza emociones y realza el papel de la iluminación y la escenografía en el trabajo de una puesta en escena.
Con fichas técnicas detalladas y minuciosos trabajos de selección, en esta exposición queda registrado para la historia el devenir de uno de los eventos más importantes de la cultura cubana hace más de dos décadas. Gracias a miradas inquisidoras y acciones puntuales como la presente, la danza se aparta un poco más de la indefinida memoria para adentrarse en el mundo de la tangibilidad visual. La salvaguarda de la cultura es tan importante como su desarrollo contemporáneo; de ahí que muestras como estas sean de alto valor patrimonial y archivístico.
El cierre de las actividades colaterales se contextualiza una vez más fuera del espacio de los teatros. En esta ocasión se presenta en el centro cultural Fábrica de Arte Cubano, en el espacio de La Pared Negra, la exposición Entre Rosas y Espinas, del fotógrafo oficial del Teatro de la Ópera de Roma Frabrizio Sansoni. Gracias a la coordinación de la Embajada de Italia en Cuba y el comité organizador del FIBAA, quedó inaugurada en la noche del pasado 3 de noviembre.
La presentación de la muestra estuvo a cargo del conocido periodista y crítico Yuris Nórido, quien se encargó de resumir la naturaleza del discurso expositivo, así como detallar características específicas sobre el trabajo anterior del artista en su país natal. Sin demasiadas exaltaciones, se presentan las piezas bajo una luz tenue pero precisa, sin marcos, ni grandes dimensiones. La mirada curatorial es certera, las fotos estás dispuestas siguiendo un patrón de serie continuo que acentúa la idea de lo procesual.
A diferencia de la mayoría de las fotografías sobre danza, en esta ocasión el lente no se enfoca en el momento clímax de los bailarines, sino en el proceso antes de llegar a la puesta en escena. Estos escenarios están llenos de lágrimas, sudor y miradas exhaustas. Esta perspectiva es el punto central de estas obras que evidencian monocromáticamente las sensaciones que acompañan el antes, durante y después de una puesta en escena. Sobre el título de la exposición, el propio artista afirma que es parte de una frase bien conocida en las escuelas de ballet de Italia, en las que los maestros advierten que los bailarines deben tener la rosa en la cara y las espinas en los pies.
Son la contraposición del dolor físico y mental que sufren los bailarines a diario en aras de lograr una majestuosidad técnica que se fije en la memoria de los espectadores. No existe en estas piezas un sentido descriptivo, sino una suerte de narración desde la oscuridad que pone en evidencia, casi por curiosidad, momentos ajenos al público: el descanso, el maquillaje, la concentración y la confianza entre los compañeros de una compañía de ballet profesional. Fabrizio Sansoni saca estos momentos de la oscuridad y los emplaza en la imagen colectiva del público en favor de mostrar una verdad más completa sobre la vida de los bailarines.
La conjunción de variadas manifestaciones de las artes visuales enriquecieron el discurso curatorial de la edición 27 del FIBAA en La Habana. Será difícil superar la articulación tan coherente entre las actividades colaterales y las principales en futuras celebraciones de este evento. La importancia de la historia y los archivos museísticos no fue percibida como una exposición aburrida por ir acompañada de fotografías fenomenales que impactaban por la excelencia de su factura técnica. Los espacios para la narrativa cinematográfica permitieron una heterogeneidad necesaria para la satisfacción de todo tipo de público. Igualmente, las diferencias entre las perspectivas desde las cuales se habla y piensa la danza fueron variadas y permitieron hilvanar diálogos aparentemente distantes.