Por Norge Espinosa Mendoza
Hace ya muchos años que la entrevisté, y ahora mismo, fuera de Cuba, quisiera tener a mano mis archivos para recordar que me respondió tras el éxito resonante de Vida, su espectáculo del 2008 que viene a ser un indudable punto de referencia en su trayectoria. Con Omara Portuondo como figura central (alternando con Ele Alfonso en el papel que guiaba a los espectadores a lo largo de la puesta), Vida era un “álbum de Cuba”, y lo digo porque también en él, como en el célebre programa televisivo que condujo por décadas Esther Borja, se rendía tributo a la canción cubana, y a la música nuestra en general. El Teatro Mella estuvo a tope durante una temporada que merecía haber sido más extensa. Y es que a la altura de ese año ya Lizt Alfonso había conseguido la madurez de su proyecto, y estaba lista para ampliarlo hacia otros desafíos.
Foto: Cortesía Lizt Alfonso
En el caso de su compañía, conocida hoy como Lizt Alfonso Dance Cuba, más que verla desde el prisma con el cual analizamos a un conjunto de bailes, habría que entenderla como un fenómeno de público, que mediante el uso inteligente de su proyección hacia la enseñanza y en las tablas, ha conseguido hacerse de un espacio propio en el gusto de los espectadores. Lizt venía de una formación como bailarina, pero sus estudios en la Facultad de Arte Teatral del Instituto Superior de Arte, a partir de 1985, la conectaron con una visión mayor de la cultura y el hecho escénico. Al graduarse en 1990, se integra como profesora de danzas españolas a ProDanza, desempeñándose también allí como coreógrafa.
En 1991 funda su agrupación. Habría que recordar que durante esa década padecimos, como una oleada de esas que de cuando en cuando nos azotan “con esa fuerza más”, la fiebre de los grupos dedicados al fomento de las danzas ibéricas en nuestro país. Las razones que fomentaron tal cosa son muchas, y van desde el genuino interés de varios creadores en esas fuentes, a la simple sobrevivencia en muchos otros ejemplos durante una época de intensos aprietos económicos. Lo cierto es que, como siempre sucede, poco de ello llegó al presente. Hacía falta algo más que mimetismo folklórico, pandereta y castañuela, para dar de fe un acercamiento legítimo a esa herencia, y reinterpretarla con sello propio y contemporáneo.
Estilo y acento son dos referentes claves en el “buen bailar”, según los maestros que han prolongado las danzas de origen popular hacia la escena profesional. Gracias al entrenamiento en la técnica del flamenco y otras provenientes de la Península, la Compañía fue decantando elementos, para apropiarse de un lenguaje asentado en el concepto de la fusión, aprovechando la riqueza de las texturas musicales y danzarias de nuestra Nación, tierra de transculturaciones y de un intenso mestizaje. Tras una primera fase concentrada en la figura femenina, con Vida empieza a aparecer el danzante masculino también en sus propuestas. A las grandes sayas de revoleo rojo, la flor sobre la oreja, el abanico y el taconeo, empezaron a sumarse otros gestos, otras cadencias, que han aprendido a convivir con todo lo demás, articulándose sobre la garantía de un público que ya conoce esas pautas y espera exactamente eso de los espectáculos.
Foto: Cortesía Lizt Alfonso
Lo que realmente respeto y admiro de Lizt Alfonso Dance Cuba es la poderosa estructura que sostiene todo su quehacer. Los éxitos de Sinceramente FGL, Alas, Vida, y otras de sus producciones son solo la punta del iceberg. Como directora general de la agrupación, Alfonso ha sabido ganarse el apoyo de figuras y entidades que la han respaldado de manera firme, y ha sabido integrarse a proyectos tan diversos como el célebre video clip de Bailando (más de 3 millones de vistas en YouTube), o la ceremonia de los Latin Grammys, efectuada en el 2015 en el MGM Grand Arena, de Las Vegas, en un hecho sin precedente para un conjunto danzario cubano. Espectáculos como Vida, Amigas y ¡Cuba vibra!, son el resultado de sus acuerdos con empresarios internacionales que han posibilitado la presentación de tales espectáculos en infinidad de países y escenarios, y a ello hay que añadir la intensa faena de la Academia que también se despliega mediante los talleres vocacionales que cada año proyectan graduaciones de alumnos y alumnas como una posible cantera de crecimiento permanente.
No quiero hacer creer con esto que no haya momentos coreográficos en esos montajes capaces de llamar mi atención o la de un público menos comprometido con el impacto directo de la Compañía, ni que su directora se haya dormido en los laureles de cada temporada. La gestación de un espectáculo como Latido, estrenado en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso en el 2017, confirma su anhelo de tantear otros territorios, sin abandonar el cardinal que ya es suyo, y manteniendo la presencia de la música en vivo, otro de los recursos de los que ha sabido extraer siempre puntos a su favor. Amén del excelente trabajo de relaciones públicas (un factor tan descuidado por muchas agrupaciones) Lizt Alfonso Dance Cuba ha convocado a colaboradores de prestigio. Ricardo Reymena, Osvaldo Doimeadiós, Raupa, César López, Yuniel Rascón, Eberto García Abreu, Reynier Mariño, Denis Peralta, Erick Grass… son algunos de los que desde el diseño, la guía actoral, la música, la asesoría teatral, la coreografía, etcétera, se han vinculado a lo que hoy es hoy un repertorio a través del cual, desde producciones como Fuerza y Compás, Elementos… hasta el presente, se visibiliza la necesaria decantación y depuración de lo que hoy ya toda Cuba reconoce como línea de la Compañía.
Foto: Cortesía Lizt Alfonso
Por lo demás, Lizt Alfonso se mantiene activa lo mismo coreografiando, apareciendo como parte del jurado de un concurso televisivo, coordinando eventos y concursos incluso en tiempo de pandemia, y preparando giras. Tiene un equipo que la acompaña y sin el cual mucho de esto sería imposible. Ha recibido premios y condecoraciones, honores como el que le otorgó Michelle Obama en la Casa Blanca: el International Focus Award, ha sido embajadora de UNICEF y representante de Cuba en reuniones de alto nivel, y sus bailarinas han sido aplaudidas también en Broadway. Detrás de todo eso, hay mucha tenacidad. Un concepto claro de qué hacer y adónde dirigir sus energías y empeños. Levantar ese mundo danzario ha sido algo más que sacudir una bata de cola, o agitar un abanico. Por tres décadas, la troupe de Lizt Alfonso ha traído un aire de elegancia a nuestro ámbito danzario, donde el tipo de espectáculo que ella propone puede y debe convivir con todo el rico haz de nuestros bailes y tendencias. Ojalá siga con fuerzas para mantener ese desempeño, y con la intensidad y la lucidez que hoy le permiten repasar estos 30 años y descubrir el reflejo de su trabajo en el público que colma la sala donde su Compañía se presenta.