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En el afán de renovar su reportorio con obras neoclásicas de extraordinario valor, el Ballet Nacional de Cuba (BNC) estrenará en este país caribeño una de las piezas estelares del coreógrafo alemán Uwe Scholz, Séptima Sinfonía.
Invitada por la directora general de la compañía, Viengsay Valdés, llegó a La Habana la maestra española Roser Muñoz, especializada en la reposición de coreografías de quien fuera su director cuando era primera bailarina del Ballet de Leipzig.
Considerado por la crítica como heredero de otros dos gigantes de la coreografía: John Cranko y Georges Balanchine, Scholz supo utilizar con suma elegancia el neoclasicismo para bordar piezas como esta que la artista española monta al BNC sobre la Séptima Sinfonía de Beethoven.
A su juicio, el coreógrafo alemán utilizaba la música de manera absolutamente única y modernísima y en esta creación intentó transmitir, con la calidad de los pasos e intensidad de los movimientos, la apoteosis de la sinfonía. “Las coreografías de Uwe son una transcripción pura y dura de la partitura a través de los pasos. En cada nota vas a tener un paso, en cada instrumento un intérprete y quien sepa leer partituras, podrá leerla a través de los bailarines”, comentó previo a un ensayo.
Tras estudiar ballet en la famosa escuela Vagánova, de San Petersburgo, y en el Conservatorio Superior de Danza de París, Roser Muñoz asegura que conocer a Uwe Scholz le cambió su visión del arte completamente y, luego de bailar gran parte del repertorio del alemán, se convirtió en maestra oficial de sus coreografías. Para ella, remontar piezas de Scholz en diversas compañías del mundo forma parte de su rutina, pero posee un sentimiento mediterráneo que la hace extrañar en ocasiones cierta calidez expresiva.
“A veces ves bailarines espléndidos, maravillosos, pero dices: ay, me falta algo indescriptible”, relató. Al parecer, por esta razón, disfruta tanto trabajar con el BNC, en la soleada Habana, donde valora la energía latina que pueden aportarle los cubanos a la pieza. “La obra es muy buena; pero si está interpretada por bailarines como los de aquí puede brillar mucho más”, aseguró la ex primera bailarina de prestigiosas compañías europeas, entre ellas, el Ballet de Leipzig, cuando estaba dirigido por el propio Scholz, quien falleció en 2004, a la edad de 45 años.
“Esa energía latina, esa feminidad en las mujeres, esa masculinidad en los hombres, esa parte de belleza que no se puede describir”, sostuvo la profesora que ensaya como si ella misma bailara, con unos brazos que parecen acariciar la partitura descrita por Richard Wagner como “la apoteosis de la danza”.
Las funciones tendrán lugar en el Teatro Nacional de Cuba, los días 16, 17, 18 y 19 de diciembre y completan el programa las piezas Invierno, de la cubana Ely Regina Hernández, y Love Fear Loss (Amor Miedo Pérdida), del brasileño Ricardo Amarante.
Esta última exhibe tres canciones popularizadas por la legendaria diva francesa de la canción Edith Piaf: Hymne A L'amour (Himno al amor), Ne me quitte pas (No me abandones) y Mon Dieu (Dios mío), interpretadas a piano.
Por Martha Sánchez