Toda la Danza

Zenaida Armenteros, pura majestuosidad en escena

Por Alfredo O´Farrill

Permítanme decir algunas palabras sobre una persona que desde mi llegada al Conjunto Folclórico Nacional, aunque al principio actuó con mucho recelo, fue mi compañera de trabajo y consejera en la Compañía, y hasta el día de hoy es mi amiga. Se trata de Zenaida Armenteros. Primera bailarina. Primera cantante, Premio Nacional de Danza 2005 y Artista de Mérito de la UNEAC.

Puedo decir que es muy difícil hablar de ella sin destacar su majestuosidad e impresionante figura, que la hacían distinguirse en los escenarios y en la vida cotidiana. Fue una bailarina extraordinaria y una actriz excelente. De ahí su participación en casi todas las coreografías estrenadas por el Conjunto Folclórico Nacional en su etapa de mayor esplendor.

En la obra Alafín de Oyó, de Roberto Espinosa, estrenada en 1971, tuve la suerte de bailar con ella. Es decir, Oya: Zenaida Armenteros – Alafin de Oyó: Alfredo O´Farrill Pacheco. El dramaturgo Rolando Ferrer, asesor artístico del montaje, se asombraba de cómo Zenaida logró construir el personaje de la oricha Oya, en poco tiempo de ensayo. Alguna vez ella confesó que le encantaba representar a la dueña de los cementerios, que nada tiene que ver con su carácter pacífico, pero que le gustaba mucho. Esta fue la primera obra del Conjunto donde los bailarines se expresaban tocando, bailando, y hablando.

Su interpretación del personaje Mawuala de la obra Odebí el cazador, que protagonizó junto al primer bailarín Johannes Garcia, fue muy elogiada por el autor de la obra, Eugenio Hernández Espinosa, Premio Nacional de Teatro. Formó parte del elenco de El pagador de promesas, dirigida por el teatrista Adolfo de Luis, a quien se le agradece las clases de actuación que recibimos en el Conjunto.

Vimos su fantástico papel de bailarina solista en el Ciclo Congo, de Rodolfo Reyes, donde ella interpretaba el momento de caer en trance (perro de prenda). Deslumbró en las obras Arará, de Roberto Espinosa; en el Tríptico oriental, del maestro Ramiro Guerra; y en Rumbas y Comparsas, también de Reyes, entre otras. Siempre se destacó como bailarina y cantante.

Archivos Centro de Documentación de las Artes Escénicas María Lastayo

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Hace algunos años, en entrevista para La Jiribilla, Zenaida dijo cuál fue la obra que más le gustaba interpretar en el Conjunto Folclórico Nacional, era Palenque, de Rogelio Martínez Furé: (2 )

En ella interpreté al personaje de María Regla. Protagónico que hice junto al de José Trinidad. En síntesis, la obra trata de dos enamorados muy jóvenes, adolescentes, cuya vida se desarrolla en una dotación de esclavos, porque ellos mismos eran esclavos. Había que tener temple para ese tipo de obra, pues en ella aparece la dotación a la que eran llevados los esclavos después de ser traídos en barcos desde África. La dotación tal cual era en la época de la esclavitud. Mientras, el barco lo formaban los propios bailarines que imitaban con sus movimientos danzarios el oleaje del mar. María Regla, una negra esclava, cantaba, bailaba y actuaba. Era admirada por todos hasta por el mayoral que también se enamora de ella. En medio del escenario José Trinidad y María Regla hacen el amor, no obstante la férrea vigilancia del mayoral. Ella sale embarazada y allí también, formando parte del espectáculo, en escena, se realiza el parto. Siempre me ha conmovido esa obra y en mi memoria su recuerdo es permanente Deseo vehementemente que algún día volviera a escena.

En el Ciclo de Música Popular de la Compañía, de Rodolfo Reyes, -porque el Conjunto Folclorico Nacional tenía su orquesta, que considero no debió perder nunca-donde se hacía todo un recorrido por los más importantes géneros populares bailables, como Contradanza, Danza, Son, Danzón, Danzonete, Mambo, Chachachá, Mozambique y Pilón, Zenaida participaba en todas la coreografías, como cantante y como bailarina.

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Zenaida es un símbolo de humildad y sencillez, de generosidad y respeto a todas las personas. Recuerdo que cuando comencé a participar en las primeras coreografías para las que fui elegido, ella se me acercó, hablando con mucho respeto y en voz baja, me señaló los errores en la ejecución y el estilo, y lo hizo sin ningún tipo de arrogancia ni alarde, su propósito era colaborar con el bailarín que comenzaba su carrera profesional, y lo hizo -para mí lo más importante de su gesto- sin conocerme.

Y es bueno destacar que entre ella y Margarita Ugarte, otra fundadora del Conjunto Folclorico y primera bailarina, ya desaparecida, me enseñaron a bailar correctamente todas las danzas populares.
Con esta anécdota quiero demostrar que la vocación por el magisterio estuvo siempre presente en ella.

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Zenaida Armenteros logró llenar con su voz ese vacío de emociones que nos dejaba la ausencia de los cantantes Felipe Alfonso, Lázaro Galarraga y Lázaro Ross. Así sucedió en las clases, ensayos y funciones de la compañía. Años más tarde grabó el disco Habaneras de Cuba, con la casa disquera PICAP, de España.

Ella es un extraordinario ser humano, demostrado en este ejemplo:
Con la Compañía visitamos más de 70 países. Algunas giras eran bastante largas y agotadoras, pero si Zenaida escuchaba que cualquiera de sus compañeros se sentía mal, a pesar de que estaba tan cansada como el enfermo, allí estaba ella, en vela, junto a Nieves Fresneda y Margarita Ugarte, atendiéndolo hasta altas horas de la noche.

Zenaida nació el 10 de enero de 1931, hace ya 90 años, en Carraguao, un humilde barrio de La Habana. Fue una de las fundadoras del Conjunto Folclórico Nacional en 1962, discípula de Rogelio Martínez Furé, Ramiro Guerra, Rodolfo Reyes, María Teresa Linares, Nieves Fresneda. Hoy imparte su magisterio en la Academia de Canto Mariana de Gonitch.

En fin, sobre Zenaida Armenteros se pueden contar muchas anécdotas. Yo no me cansaré nunca decir que es un honor formar parte de la 2da generación de bailarines que ingresó y cambió, para bien, la vida artística del Conjunto Folclórico Nacional.
Es un honor, también, mantener como paradigma de humildad, sencillez y compañerismo a Zenaida Armenteros.

1-Alfredo Ofarril fue primer bailarín del Conjunto Folclórico Nacional, agrupación a la cual ingresó en 1962, como parte de la segunda generación, donde también fue cantante y percusionista. En la actualidad se desempeña como Jefe del Departamento de Danza Folclórica de la Universidad de las Artes ISA, centro de altos estudios donde adquirió la categoría de Máster.

2- Palma, Odal: De vuelta a las raíces. Entrevista con Zenaida Armenteros. En La Jiribilla 208

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