Por Miguel Ángel Muñoz Aja
Una de las inquietudes que me trajeron a la investigación radicaba en mi necesidad de legitimar la idea de que la danza folklórica también es arte, por supuesto, sin una idea del todo clara de lo que es el arte, sí de lo que significa en mi vida, sí de lo que me mueve a crear, sí de lo que puedo hacer como intèrprete en el escenario, sí en lo que transmito a mis estudiantes, pero la realidad es que un concepto como tal de arte no tenía y aún no sé si estoy listo para decir que lo tengo.
Para cerrar con broche de oro estas búsquedas, decido realizar un trabajo que aborda desde las ideas de Hegel, la obra de arte, mentiría si digo que sabía a lo que me metía, incluso a pesar de haber indagado sobre el tema, hablar de filosofía y arte es sumamente complejo, analítico, reflexivo, contradictorio, molesto, catártico, pero, en definitiva, un reto.
DID "Bailando se encuentra la libertad 2019" Sones y Jarabes de San Melchor Betaza. Foto: Cortesía del autor
En las lecturas que he realizado (que fueron muchas), he concretado como dice Hegel que “el talento sin genio no va más allá de la habilidad” (Hegel 2003 [1834], 101). Espero que la habilidad en la escritura me permita explotar y exponer el espíritu a partir del discurso, y que pueda ir más allá de la imitación de la realidad, una realidad que en estos momentos nombraría como danza folklórica: arte o manifestación humana que permite la sublimación o alienación del espíritu; o simplemente actividad humana que incita a un despliegue de pasiones, que es un aliciente para la cotidianidad del ser, sin trascendencia, sin memoria y sin objeto concreto.
Ya en el terreno de las humanidades, una de las primeras tesis de este filosofó parte de que el arte es una actividad humana, exactamente comenta: “El arte no es producto de la Naturaleza, sino de la actividad humana” (Hegel 2003 [1834], 27). En palabras simples, hace referencia a que aquello que está en la naturaleza y que es bello, aunque sea creación del mismo Dios, no tiene la capacidad de hacer vibrar el espíritu, al contrario del arte, que necesita de la experiencia, la técnica, la práctica, la teoría y la reflexión, lo que lo lleva de manera directa a expresar una idea que puede o no venir desde el espíritu mismo; cosa que por supuesto, no sucede con la naturaleza, que además es perecedera.
“Dios es mucho más honrado y glorificado por lo que realiza el espíritu, que por lo que produce la naturaleza; porque no solo hay divinidad en el hombre, sino que lo divino se manifiesta en él en forma mucho más elevada que en la naturaleza.” (Hegel 2003 [1834], 30)
Entonces, queda claro que la naturaleza queda fuera de la competencia ya que no tiene la capacidad de ser consciente de sí misma; en teoría, el hombre que es capaz de crear arte, pero debe ser consciente de sí mismo, ya que eso le da la posibilidad de identificar su yo sensible y, en ese caso, saber cuál o cuáles son los fines mismos de sus creaciones.
Así pues, uno de los elementos fundamentales para iniciarse en la comprensión de las ideas de Hegel es la consciencia. Creo pertinente hacer un alto y reflexionar un poco al respecto.
“La Chancla” Compañía de Danza Folklórica Multidisciplinaria.“Y tu ombligo, ¿en dónde está?”, Dirección Miguel Ángel Aja. Foto: Cortesía del autor
En primer lugar, si el origen del arte se halla en la creación del espíritu (Hegel 2003 [1834]), es menester pensar que las primeras expresiones del hombre neandertal, tanto plásticas, musicales y expresivas, partieron del espíritu, un espíritu que no conocía o había desarrollado la consciencia como la conocemos, pero sobre todo como la propone Hegel. Así pues, al no cumplir con esa condición, simplemente el hombre neandertal no era humano y las pinturas rupestres entonces no pueden ser consideradas obras de arte, puesto que no hay una consciencia en sus creadores, incluso podría comentar que sería imposible que supiéramos cuáles eran sus pasiones y si eran capaces de comprender la belleza, claro, tampoco tenían teoría, porque técnica creo que la lograron, de ello tenemos evidencia física y documental.
Ahora, en el terreno de la danza, no de la folklórica, tradicional o el género que sea, más bien del movimiento pensado con una finalidad ritual, al igual que las pinturas rupestres, lamentablemente no tenemos vídeos que corroboren los trazos coreográficos, la música o los movimientos mismos, pero es evidente que existe material que respalda que estos actos performativos son el antecedente de nuestras danzas indígenas, autóctonas o tradicionales.
Me refiero a que cada uno de estos rituales apuntaba a una conexión con una fuerza que desconocían, que a lo largo del tiempo y las culturas ha tenido diversos nombres, Zeus, Mahoma, Buda, Cristo, Anubis, etc., y que estos acompañamientos estuvieron cargados de signos símbolos y analogías. Incluso el mismo Hegel habla sobre còmo es que algunos de ellos tenían la intención de sublimarse o a sus cuerpos mismos los llevan a extremo para generar esa conexión, donde las sensaciones individuales se entretejían con las colectivas. Entonces, ¿todo eso simplemente no es arte?, ¿no es el resultado de una actividad humana?.
Después de este pequeño paréntesis, continúo y relaciono con lo anterior, afirma Hegel que “La sensibilidad es la región obscura o indeterminada del espíritu.” (Hegel 2003 [1834], 31), por lo consiguiente los sentidos solamente perciben lo individual, particular y concreto, lo superficial, es decir, no hay capacidad de contemplación total, ya no existe la razón más que sensación, en pocas palabras, no hay consciencia de la esencia de los objetos y las situaciones, solo percepción de las apariencias, entonces no hay capacidad de llevar al espíritu por medio de la imaginación sensible a percibir de modos abstractos, ahí es donde Hegel afirma:
“Para salir adelante en las artes, hace falta un talento determinado, que se revela pronto bajo la forma de una inclinación viva e irresistible, y una cierta facilidad en el manejo de los materiales artísticos. Así se forma el pintor, el escultor, el músico.” (Hegel 2003 [1834], 33)
Intervención Psicoescénica: “Una invitación para mirarnos... hoy no hay pretextos” Dirección: Miguel Ángel Aja y San Juan psicología. Foto: Cortesía del autor
Hegel introduce una palabra interesante: formación, hasta este punto entiendo la formación en sus preceptos como la teoría y la técnica, lo que me lleva a pensar por el momento histórico en el que se da su obra, en la academia. Entonces todos aquellos saberes que son parte de las comunidades, que se han trasmitido de generación en generación, que de una u otra manera no solo generan tradición sino procesos metodológicos, pedagógicos y sociales, hasta este punto no son tomados en cuenta. Si bien más adelante habla de otras culturas y establece tres momentos en la historia del arte, me llama mucho la atención còmo es que no establece un espacio para aquellas actividades que no han sido legitimadas desde su realidad contextual.
Y, precisamente, toma como punto de partida la imitación como una de las tareas indignas del hombre, sobre todo aquellas que intentan copiar a la naturaleza bella, con la idea de la perfección en esta imitación. En este punto puedo comentar que me llamó mucho la atención esto, ya que si fuera por aquello de la imitación, la danza folklórica, sería una copia vil de la realidad, de la naturaleza, pero no de cualquier naturaleza, más bien de la naturaleza de las relaciones que existen en una comunidad durante un acto performativo que incluye religión e ideología propia del grupo humano al que se está imitando. En palabras de Parga:
“En el momento en que la danza, como manifestación personal o colectiva, se ejecuta fuera del contexto propio que le da razón de ser (sea de carácter religioso o social) y atiende a la necesidad de ser vista por otros, entra en el terreno de la teatralidad. A este proceso, que se da en la representación de las danzas tradicionales o populares, es el que he denominado folklorización, que incluye los procesos de academización, expectacularización y exhibición.” (Parga 2004, 27)
Entonces, la danza folklórica resulta ser una simple imitación de la realidad, de la naturaleza de ser y estar del grupo humano en el que se da, y en el que efectivamente pueden ser parte de un espíritu absoluto. Ojo, estoy argumentando: pueden o no ser, pero en el sentido de lo que comúnmente se conoce como danza folklórica se cae en la imitación, e incluso me atrevería a decir que en la reproducción, de ser posible; pues si es complejo llegar a imitar un bodegón de frutas en donde se debe poner especial énfasis en el volumen, los colores, el juego de la luz, la perspectiva, entre otros, además de que se cuenta con la posibilidad de corregir, volver hacer cuántas veces sea necesario, en la danza folklórica se hablaría casi, casi de un imposible, pues aunque exista un estilo étnico, cada una de las personas posee características diferentes que la hacen única e irrepetible.
“La Chancla” Compañía de Danza Folklórica Multidisciplinaria. “Concha invitame al baile”, dirección Cristóbal Cancelada. Foto: Cortesía del autor
Por supuesto, viene a mi mente que también las frutas son totalmente diferentes unas a otras, lo que me hace pensar, ¿entonces no hay imitación exacta?, ¿cómo es posible que sí se pueda constatar o validar que el bodegón de x autor sí es una mimesis de la realidad?
Las posibles respuestas vienen a mi mente y puedo comentar que el espectáculo del Ballet Folklórico de México sí es una imitación, porque mucha gente cree que así se baila en México cuando no es real, o cómo es que la gente cree que la tradición de muertos es como se las plantearon en la película de Coco, incluso, cómo es que muchos mexicanos se creyeron que así se vive la festividad de muertos.
Regresando al punto, la imitación es parte de la danza folklórica y es un elemento de reflexión para Hegel; entonces se abre la segunda posibilidad de que esta actividad sea considera dentro de los cánones que él establece como arte, ya que la primera hace referencia al carácter humano del mismo.
El siguiente punto que aparece en escena es la expresión, nos dice Hegel “El arte desde este momento [expresión], no tiene por objeto representar la forma externa de las cosas, sino su principio interno y vivo, en particular las ideas, los sentimientos, las pasiones y las situaciones del alma.” (Hegel 2003 [1834], 34).
Para desarrollar este punto es necesarios presentar una definición de danza: “…es una forma de arte representativo que produce efectos estéticos porque el cuerpo tiene expresión simbólica.” (Monasterio Astobiza 2016, 302), claro, esta definición parte de la filosofía de la danza y se le considera un arte representativo, por supuesto que tiene un principio interno, vivo, con ideas, sentimientos y pasiones que busca representar situaciones del espíritu. Ahora, en el caso de la danza tradicional Sevilla, citada por Parga afirma: “La danza tradicional está ubicada dentro de un contexto ceremonial, con significado, función y carácter mágicoreligioso […], por lo general, ubicado en un contexto festivo de carácter profano, creativo y social.” (Parga 2004, 26)
"La Chancla" Compañía de Danza Folklórica Multidisciplinaria "Rizomas, un lamento ahogado", dirección Miguel Ángel Aja. Foto: Cortesía del autor
Entonces, no solo se trata de representar la forma externa, sino que tiene un principio, una motivación que incita a sus hacedores a establecer nexos con entidades que van más allá de la pura forma. En mi experiencia en el medio de la danza, he podido constatar cómo es que muchos danzantes pasan por un proceso de preparación espiritual que parte de la religión, religión no entendida como cristianismo o catolicismo, más bien un ser en sí y para sí a partir de sus creencias, que les han legado de generación en generación, que los lleva a danzar desde el alma, no para el espectador, no con la finalidad de mostrarse a un público, más bien una comunión con algo que creen.
Ahora bien, se habla de consciencia en términos de manifestación sensible, las manifestaciones de la danza tradicional lo tienen, así mismo en el sentido de la belleza que el espíritu promueve, aunque no podría asegurar que es el caso de la conciencia del espíritu por el espíritu, porque desconozco qué es lo que sucede con el ser de los danzantes en ese momento de trance, previo, durante o después de la danza, la habilidad es real al igual que el talento, por ende, la técnica. En pocas palabras, estas manifestaciones provienen del yo de cada danzante, puedo decir entonces que tiene valor propio porque procede del yo. (Hegel 2003 [1834])
Estas manifestaciones, al estar cargadas de simbolismo, manifiestan una idea concreta que “… es la que reúne la totalidad de sus elementos desarrollados y manifestados por el conjunto de los seres.” (Hegel 2003 [1834], 50). Queda claro que la belleza para los grupos humanos no es esta pensada con la finalidad de agradar a otros, más bien es una forma libre y desinteresada que responde a un fin mayor, que es el de elevar sus espíritus con las creencias que han construido y deconstruido a lo largo de su existencia. Tiene sus propias reglas, sus cánones simétricos, asimétricos, signos, símbolos, metáforas y analogías que son modificados en cuanto los ojos ajenos se hacen presentes y el pensamiento se vira hacia lo que el espectador requiere, cambiando totalmente el sentido que tenía en su momento.
"La Chancla" Compañía de Danza Folklórica Multidisciplinaria "Danza de Barbaros, Silao Guanajuato", dirección Alejandra Santiago. Foto: Cortesía del autor
Otro elemento a tomar en consideración son las reflexiones que Hegel plantea sobre el cuerpo humano: “La inmensa ventaja que conserva el cuerpo humano consiste en la expresión de la sensibilidad, que se manifiesta, si no siempre por la sensación misma, al menos por la capacidad de sentir” (Hegel 2003 [1834], 65). Me resulta muy curioso que presenta al cuerpo como un recipiente del espíritu, que si bien nos da la posibilidad de la expresión sensible a partir de percibir, como si la mente fuera un ente separado del cuerpo en el que no existe una relación simbiótica, o como si solo algunos fueran capaces de llevarlo al máximo.
Es importante recalcar que en el texto aclara que todo ser humano tiene la capacidad de explotar sus posibilidades, pero sì deja en claro que el cuerpo pareciera que es un distractor de los elementos externos que no le permiten o entorpece alcanzar el espíritu absoluto y cumplir su cometido de ser en sí y para sí. La siguiente cita deja de manifiesto como su intención va hacia la razón y deja en segundo plano al cuerpo:
“Evocar en nosotros todos los sentimientos posibles, hacer que entren en nuestra alma todos los contenidos vitales, y realizar todos estos movimientos internos con la ayuda de una realidad exterior que solo tiene las apariencias de la realidad, es en lo que consiste el poder particular, el poder por excelencia del arte.” (G. Hegel 1973 [1835], 47)
Entonces, ¿la danza no es capaz de despertar el alma? Desde mi experiencia académica y profesional como bailarín, puedo afirmar que sí existe un intento, y este intento de despertar el alma a partir del arte de la danza es una decisión consciente en un nivel distinto a la danza tradicional, y me refiero a consciente porque estoy seguro que muchas danzas del país sobreviven más allá del carácter social que guardan con sus comunidades; más bien es por aquello que se genera en cada una de las ejecuciones o representaciones, que en realidad compartimos estudiados y no estudiados ese momento en el que nuestra alma y espíritu se eleva, se llega a la catarsis e incluso a la sublimación del ser.
Lamentablemente la danza, al igual que otras artes, está supeditada a los espacios arquitectónicos en los que se realiza, al ser efímera y distinta en cada una de sus aplicaciones, no es posible guardarla y enmarcarla como el arte plástico, estudiar especialidades, maestrías y doctorados que permitan su legitimidad en la academia y los espacios institucionalizados.
Pero tanto la arquitectura, la música y la poesía, guardan una relación más que estrecha con la danza que, tal como lo afirma Hegel, es una actividad netamente humana, pensada e ideada con una finalidad concreta “despertar los sentimientos adormecidos, y nos pone frente a los verdaderos intereses del espíritu” (G. Hegel 1973 [1835], 46). Efectivamente, es una actividad humana que se realiza con el cuerpo, es decir, no podemos soslayar la razón, pero tampoco al cuerpo, ya que no se habla de dos entes distintos, más bien es una oportunidad de replantear las posibilidades creativas e imaginativas que tiene el hombre como individuo y en la colectividad.
“La Chancla” Compañía de Danza Folklórica Multidisciplinaria.“Rizomas, un lamento ahogado”, dirección Miguel Ángel Aja. Foto: Cortesía del autor
Coincido con Hegel que una de las finalidades del arte es la emancipación de las ataduras que el sistema genera en el mismo, y que en el momento en que estas sean rotas, el papel del mismo se trasforma. Lamentablemente, el mismo filósofo dejó para lo último estas reflexiones en un momento histórico en que, al igual que ahora, el arte es capaz de transformarse en la terapia que alivia el espíritu dl e hombre y lo vuelve al camino de una moral que lejos está de lo que el autor dilucidò.
Ahora bien, en relación a la pregunta inicial de si la danza folklórica es o no arte, considero que al igual que en la pintura, escultura, poesía y arquitectura, no todas sus manifestaciones son consideradas arte, lo mismo sucede en la danza. Hoy me queda claro que la danza folklórica no es la reproducción de códigos corporales o imitación de situaciones cotidianas, hoy confirmo que la danza folklórica se crea desde cada uno, ya que lo que el espíritu quiere contar o liberar para el alma, va más allá; pues en mis venas se halla el ADN de mis antepasados, de mi historia, y es a través de ellos que puedo construir mi propia danza folklórica, que parte de un código comunitario, pero que a partir de la creación del yo, que más que “… un contenido que le me [dé] fuerza para combatir y, si es posible vencer las pasiones.” (G. Hegel 1973 [1835], 52), y más que vencerlas, reconocerlas, ya que de ellas también emana la creación, también ellas son parte de mi espíritu absoluto.
Finalmente, es cierto que la danza es efímera, que al igual que una sonrisa o un rayo son olvidados casi al instante, no solo la plástica, la música, la poesía o la arquitectura son capaces de arrebatarlos a realidad momentánea; la danza también lo hace y lo hace con la imitación, con la expresión, con la creación y sobre todo le da vida, vida que la plástica, la arquitectura o escultura no lo hacen, parece que tienen vida pero no lo es, en cambio la poesía en la voz emanada de un cuerpo toma vida, al igual que el teatro y que la danza, es decir las otras artes se lo arrebatan y lo fotocopian, la música, el teatro y la danza, le toman prestado a la realidad esos destellos momentáneos y no solo les dan vida, sino que los trasforman a partir de los espíritus que vibran dando su toque único e irrepetible, por supuesto, no es en todos los casos, pero así como no toda la pintura es arte, no toda la danza folklórica lo es…, o ¿por qué no?
Bibliografía