Toda la Danza

La compañía Folclórica Kokoyé, apuntes para su historia

Por Yasmani Castro

El movimiento de danza folclórica en Santiago de Cuba nació en 1959 por iniciativa de importantes figuras como Fidel Estrada, Miguel Ángel Botalín y la familia Armiñán Linares. A partir de este momento empezaron a surgir diferentes hombres y mujeres que llenaron de gloria el universo danzario de la otrora provincia de Oriente. Entonces surgieron muchas compañías de este corte de la danza donde destaca la Compañía Folclórica Kokoyé, que toma su nombre de un antiguo grupo portador santiaguero.

La Compañía Folclórica Kokoyé surge del interés de Juan Bautista Castillo, en comunicación con TURARTE (agencia comercializadora de espectáculos), para crear un grupo artístico que trabajara para el turismo en el año 1989. Una preocupación similar tuvo la dirección de la Casa del Caribe que asumió el grupo como un proyecto cultural, más allá de las presentaciones turísticas. Desde entonces y hasta marzo de 2010, el colectivo tuvo su sede en el Patio de la Casa del Caribe, conocido como Jardín Caribeño. Esta compañía fue para él como un sueño:

Antonio Pérez. Foto: Cortesía del autor

Antonio Pérez. Foto: Cortesía del autor

El Kokoyé quise que fuera la continuidad de Abolengo y fue un sueño para mí, salió y le gustó a la mayoría de las personas que lo han visto. Nosotros trazamos el Kokoyé con cariño, una dulzura y así sentimos que sale la danza con que trabajamos. Qué pasa con el Kokoyé, que trabajamos mucho tiempo un poco solitarios, hasta que encontramos nuestros objetivos en la lucha.[1]

Juan Bautista Castillo fue un prestigioso bailarín, reconocido popularmente como el rey de la jiribilla, compleja variante de la rumba, coreógrafo, promotor cultural y folclorista. Su labor como promotor se reflejó en sus actividades organizativas del carnaval y como instructor y director del grupo Abolengo en el movimiento de Artistas Aficionados, con el que obtuvo premios en los festivales y realizó una gira a la antigua República Democrática de Alemania.

Su labor profesional se remonta a los momentos fundacionales del Conjunto Folclórico de Oriente. Participó en el grupo de investigación que dio a conocer danzas haitiano-cubanas, entre las que se destaca la tajona, el gagá y el vodú. Posteriormente, en el Ballet Folclòrico Cutumba, tuvo una actuación relevante como primer bailarín. Se recuerda su papá Legba en La fiesta del tambor Assotor, montaje del maestro Roberto David Linares. Según él mismo testificó en el documental “Los elegidos del Folclor, de Carlos Alberto Fernández López, su interés en crear su propia compañía se basan en la necesidad de romper las fuertes estructuras que conforman el movimiento folclórico de Santiago de Cuba.

Fotos: Cortesía del autor

Fotos: Cortesía del autor

Otro importante figura en la función de esta compañía fue el coreógrafo Antonio Pérez, quien dotó a la misma de diversas obras que conforman parte del legado danzario de la ciudad heroica. Cabe destacar que Antonio se desempeñó por mucho tiempo como director del Conjunto Folclórico de Oriente. Su trabajo dotó al folclor santiaguero de una línea estética distinta al que se hacía en La Habana, donde la fuerza dramática y la historia mezclados con la danza eran el principal elemento para conformar las mismas.

Son muchas las obras que Antonio Pérez creó para esta compañía en la que destacan: Lavanderas, sobre la vida de las mujeres pobres del Caribe. Los pescadores, sobre las penas y alegrías de los pescadores en las islas caribeñas. Mi tambor, sobre cómo congos, bantúes y dahomeyanos mantuvieron sus culturas y asimilaron la de los españoles para crear una nueva expresión. Cuadro criollo, fresco coreográfico sobre danzas venezolanas. Iré Kaluna se fuá, ballet folclórico, tragedia en la que un triángulo amoroso es el reflejo de las contradicciones entre lo caribeño y lo universal. Nganga, danza-teatro, basada en el culto a los muertos. Para quienes están con nosotros, inspirada en la novela En el altar del fuego, de Joel James.

Aquí notamos cómo esta compañía marcó su línea estética hacia el universo afrocaribeño, debido a su relación con la Casa del Caribe y con su director Joel James, y esto ha sido muy importante para su desarrollo como agrupación danzaria. Como apuntó Juan Bautista:

El que me llama a la Casa del Caribe a trabajar fue Joel, tuve la suerte de viajar con Joel a Guyana(…) Caramba Joel, el especial Joel James, cómo no, yo pertenezco al equipo adjunto de investigación, ven, me dijo, tú eres investigador y me metió, él fue, ustedes saben con el jueguito de investigador, como he caminado la Sierra por esos lugares de por ahí, como loco, he aprendido mucho. Ah, Joel me ayudó mucho, y ante de morirse me dejó en la Casa del Caribe, antes de morirse me lo dijo, me metió a atender el movimiento de aficionado, cuando se comenzó hacer el movimiento de aficionado, cuando se comenzaron hacer las grandes actividades y grandes cosas, yo estaba allí, de ahí nacieron dos grupos con el Kokoyé(…)[2]

Otro elemento de Kokoyé es su defensa de la rumba y sus variantes. Esto se debe a la impronta que había tenido la rumba en el desarrollo artístico de Juan Bautista, tanto en su vida como aficionado, como en la de profesional. Además de ser el mejor intérprete de la jiribilla que tuvo el movimiento folclórico en la región del oriente cubano, Juan Bautista introdujo a muchos aficionados y bailarines de otros géneros de la danza en el movimiento folclórico en Santiago, como bien apuntó en una entrevista Yaumara Santiesteban Parlau, una de las fundadoras de Kokoyé:

Mi vida profesional comenzó en un grupo de rumba llamado Los Rumberitos. De ahí el profesor Juan Bautista decidió hacer un grupo folklórico y buscó bailarines, cantantes y músicos, se nutrió de ese grupo en el cual yo era la única bailarina, es decir, por eso yo soy fundadora de Kokoyé. Qué puedo decir de Juan. A raíz de eso comenzó mi vida como folklórica, porque lo que yo hacía es bailar música moderna, bailar…. nada de folklor. Él fue nuestro maestro, nuestro profesor de técnica, porque como comenzamos tan jóvenes y era un grupo pequeño, no teníamos profesor de técnica (…) Él fue quien nos enseñó todo lo que sabemos, por lo menos yo lo que sé de folklor se lo debo a él.[3]

Fotos: Cortesía del autor

Fotos: Cortesía del autor

El proceso de desarrollo de esta compañía en la década del noventa fue muy importante. Fue en este periodo que definieron su línea estética y realizaron muchas de las obras de importancia que se recuerdan, con una marcada idea de realizar lo que se conoce como la danza teatro, una visión estética introducida por Antonio Pérez en el Folclórico de Oriente. Considero que no se puede hablar de Kokoyé sin el liderazgo de Juan Bautista y la dirección artística de Antonio Pérez. Esto permitió consolidar un lenguaje propio muy lejos del Conjunto Folclórico de Oriente y el Ballet Folclórico Cutumba, ambas compañías de una fuerte presencia en el movimiento danzario de Santiago de Cuba.

Las obras que marcaron el vuelo estético más alto de Kokoyé fueron La Jungla y Eshú Ará. La primera obra estaba inspirada en la famosa obra La Jungla, de Wifredo Lam. La escenografía se basaba en dicho cuadro de donde salían los bailarines y empezaban a danzar. Lo novedoso de esta obra es cómo Antonio Pérez se reinventa como coreógrafo asumiendo patrones hasta ese momento muy de moda en la danza universal, como la fusión de los diferentes estilos danzarios con el folclor, además del empleo de la música clásica, algo que resultó muy sui géneris para lo que se había visto hasta ese momento en la ciudad, con excepción de Erzile, un ballet que se estrenó en 1989 bajo la dirección de Jorge Lefebre, donde se fusionó el folclor y la danza clásica.

La obra Eshú Ará era la interpretación filosófica del bien y el mal o de dos corrientes antagónicas cualquiera que fuese. La obra se basaba en una escenografía con un gran huevo de donde nacían los Ibeyis. Uno bueno y trabajador y otro malo y vago. La fábula muestra la confrontación entre estas dos figuras de nuestra existencia donde ninguna de las dos es capaz de vencer a la otra, por lo que finaliza la misma con la partida de ambas figuras por lugares distintos. Eshú Ará deja un importante significado de la filosofía oriental sintoísta: que mientras exista el mal, siempre habrá el bien. Además de que todo bien tiene una pequeña parte mal, así como todo mal tiene una pequeña parte de bien. En esa lógica en que funciona el ying y el yang.

A la muerte de Juan Bautista, ocurrida el 18 de junio del 2011, lo que deja una profunda herida dentro de la cohesión y liderazgo de la compañía, asume la dirección general Antonio Pérez, y tienen lugar ciertas zonas de inestabilidad dentro de la creación coreográfica y el desarrollo artístico de la misma. Amén de esto, en el vigésimo quinto aniversario de la fundación de la compañía se presenta la obra Remembranza, de la cual se tiene referencia por lo escrito por el Dr. Ernesto Triguero Tamayo:

Kokoyé asumió sus veinticinco años con la reposición de la obra Remembranza, obra que rinde homenaje a los personajes típicos, la música, los lugares emblemáticos y la cultura popular de Santiago de Cuba. La obra tema de Juan Castillo del Toro, Chichi, coreografía de Darwin Matute y dirección de Antonio Pérez, recibió los elogios del periodismo cultural santiaguero.[4]

También en este montaje intervinieron otros coreógrafos como Vladis Puyol, Grechen Sanz, los propios bailarines de ese momento de la compañía, entre otros artistas de la danza santiaguera, lo cual posibilitó un trabajo plural que después se vio en la puesta en escena .

Según el crítico y profesor Pascual Díaz Fernández: Remembranza es una buena idea desde el punto de vista coreográfico, lo que en la puesta en escena muchas veces se pierde en el entramado de la interpretación de algunos de sus bailarines, lo que imposibilita que la misma brille con todo la plenitud que la concibieron sus coreógrafos.

Por otro parte Katiuska Betancourt, especialista en Comunicación del Consejo Provincial de las Artes Escénica, escribió:

Impregnada de una teatralidad poco común en la danza que se realiza en la ciudad. Juan Eduardo nos regala una pieza con toques de comedia que apuesta por un entretenimiento alejado de lo vulgar, vinculando lo más profundo de las raíces santiagueras, con hechos ocurridos en el país acentuando la condición de ciudad rebelde, hospitalaria y heroica.

Con diseño de vestuario y escenografía de finales de los años 50, Ulises Matos impregna la puesta con toques de ensueños y añoranza de los periodos más significativos de la historia de Cuba. Es una invitación para revivir este suceso cultural, con la pretensión de divertir, reflexionar y conocer de una época que pudiera parecer distante para muchos, pero que es parte de la formación de los ciudadanos de esta bella ciudad[5].

Después de un periodo de inestabilidad artística y creativa, la bailarina y profesora Marieta Mesa Roja asume la dirección de la compañía en agosto del 2017. La primera tarea que hizo Marieta fue restaurar la disciplina y reorganización de la agrupación. Después que logró estos objetivos se dispuso a montar una obra inspirada en la tradición Abakuá, a partir de la intervención del maestro Domingo Pau, quien impartiera varias clases y talleres sobre las danzas y música Abakuá. En un segundo momento se incorpora el músico Florentino Acosta, quien es también fundador del Folclórico Nacional. De este trabajo mancomunado surge la obra Ukano Bencocí, que significa árbol sagrado. Dicha obra se estrenó en el Festival del Caribe del 2019.

De esta obra podemos decir que no logró todo lo que se propuso en su puesta en escena debido a la tibieza con que los bailarines asumieron sus roles, cuestión que se mostró diferente con respecto a las bailarinas. Otro elemento destacado de la misma fue el vestuario utilizado y diseñado por Vladimir Martínez Savón, uno de los diseñadores escénicos de excelencia que existe en Santiago de Cuba. Vladimir fue el diseñador del maestro Eduardo Rivero en la Compañía Teatro de la Danza del Caribe, en las últimas obras realizadas por el creador de Súlkary. Esta obra de Kokeyé cumple una premisa del gran diseñador Salvador Fernández que dice: cuando usted no puede separar una obra de su diseño, esto significa que el diseño es magnífico.

Fotos: Cortesía del autor

Fotos: Cortesía del autor

La compañía, en este periodo más reciente bajo la dirección de la maestra Marieta Mesa, ha realizado frescos coreográficos que versan sobre la función que tiene como matriz el contenido afrocaribeño, donde se ha insertado una nueva generación de bailarines, sin olvidar los elementos de la actuación. Podemos ver que la parte estética también ha crecido con nuevos vestuarios y escenografía, lo que posibilita una mejor visión y mayor aceptación del público. Cuando le pregunté a Marieta sobre los retos de la compañía en estos tiempos que vivimos, ella me respondió:

Lograr que los bailarines dejen de tener una visión de aficionados en el pensamiento y se conviertan en verdaderos profesionales. Hemos logrado mucho en este sentido, pero todavía en algunos aspectos se hace difícil porque hacen resistencia a los cambios. Ahora queremos hacer una producción asentada en el cordón espiritual, basada en la fundamentación e indagaciones del Dr. Carlos Llogas Domínguez, quien es investigador de la Casa del Caribe. Eso es un reto por la inexistencia en estas prácticas de la percusión a la manera que se concibe y piensa la misma.

En este aspectos podemos valorar de positivo la alianza y los puentes que Marieta Mesa ha establecido con diferentes creadores de otras áreas del saber ,que están nutriendo el quehacer diario de la Compañía Folclórica Kokoyé. Entre esos hombres se encuentra el maestro Mililián Galí, percusionista, constructor de tambores e investigador, una de las figuras cimeras del movimiento danzario folclórico de Cuba, lo que le imprime una sólida formación a sus músicos, demostrada en su participación en muchos espacios culturales de la ciudad.

La más reciente presentación de Kokoyé tuvo lugar en una suerte de exposición performática que tuve la dicha de organizar nombrada ``Un altar para San Lázaró´´, realizada el 17 de diciembre del 2020 en la Casa del Caribe dos o Casa de las Religiones Populares. En esta muestra visual Kokoyé aportó los elementos más tradicionales del llamado Bembé, unido con la música del destacado Dj Güije, una muestra visual, y un performance realizado por Alberto Ayala.

Esto demuestra la constante búsqueda de Kokoyé, atemperado a los momentos contemporáneos. En esta situación sanitaria provocada por la covid-19, el Kokoyé no ha dejado de trabajar, tomaron las plataformas virtuales y muestran desde su página oficial de Facebook su labor diaria de entrenar a los cuerpos con ciencia y conciencia.

[1] Anelys Salas Tirado, ``Juan Bautista Castillo: el bailarín de la vida´´. Del Caribe 60/2013. p. 115.

[2] Ibídem. P. 116.

[3] Ibídem. P. 115.

[4] Ernesto Triguero Tamayo: Placeres del cuerpo, la danza en Santiago de Cuba. p. 189.

[5] Katiuska Betancourt: Kokoyé, a las puertas del verano. Espectro, no. 10. Santiago de Cuba, julio del 2013. p. 7.

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