Por Rafael Lara González
Cuando de cubanía se trata, es el son uno de esos elementos legendarios que con distinción y entereza la tipifica, acreditado por su evidente valor identitario, a través de sus prácticas habituales. Manifestación representativa con atributos emblemáticos envueltos desde las propias y diversas rúbricas en cada faena del cotidiano de los cubanos, razón por la cual no puede excluirse en su privilegiada empadrona social y cultural. Sin duda, constituye referente excepcional al desprender un marcado reconocimiento social, cultural y comunitario. Simboliza uno de los universos más originarios y definitorios en la idiosincrasia del etnos- nación- cubano.
Grupo tradicional Raíces Sonoras, Majibao. Las Tunas
Teniendo como base algunos estudios in-situ en varias comunidades portadoras de tradiciones por varios años, hemos referido y revelado algunas consideraciones relacionadas con las prácticas soneras más auténticas existentes en toda la isla como fenómenos imperecederos para la cultura popular tradicional; su mayoría cuenta con el sello distintivo de centenarias, además de constituir un patrimonio cultural imponderable y poseer la honrosa virtud de atesorar por décadas ritmos, cantos y bailes, los cuales definen la impronta distintiva que nos pertenece por herencia e identidad.
Cuando se culminaron los estudios de campo en diversas comunidades cubanas con vista a la confección del Atlas Etnográfico de Cuba: Cultura Popular Tradicional en la década del 80 del siglo pasado, fue fácil comprender desde los propios resultados arrojados por la cartografía cultural, la extensión generalizada que abarca en todas las zonas del país el son y sus disímiles variantes como manifestación, siendo sin duda, la expresión tradicional de mayor representatividad en toda la geografía nacional; lo cual reafirma su importancia y magnitud para la cultura y la identidad del cubano.
Al referirnos al son como expresión músico-danzaria, originada en el oriente de Cuba, debemos siempre señalar que desde sus inicios ha sido un producto de una particular convergencia de elementos europeos y africanos, mientras es interpretado musicalmente por una orquesta generalmente compuesta por instrumentos, como el tres, güiro, maracas y bongós, aunque esto puede ser diferente en dependencia de la variante representada.
Grupo tradicional Guasimal, Manzanillo. Granma
En un plano algo privilegiado podemos aludir a una de las formas consideradas como primogénitas del son cubano las cuales han sido eco y motivación en realizaciones de audiovisuales, la producción literaria y como parte de los catálogos promocionales para el turismo, ocupando mucho más presencia y visibilidad en comparación con otras manifestaciones tradicionales soneras menos conocidas, el hecho de ser las primeras le imprime cierto valor en éste sentido. El Nengón es un género musical creado en pleno lomerío baracoense, específicamente en la comunidad del Güirito con el Nengón Kiribá surgido específicamente en 1868, al igual que el changüí identifica la música, así como bailes y danzas tradicionales preservadas por varias generaciones; el conjunto musical se manifiesta en formato de septeto, mientras los instrumentos utilizados, son güiro, maracas, tres, bongós, claves y marímbula, además su repertorio tradicional, lo componen el Kiribá, Nengón, aeroplano mundial, la pasión carril, bombo camará, cabaret y valse. Existen en la actualidad diversas agrupaciones y manifestaciones tradicionales que cultivan el Nengón, típico de la zona oriental de Cuba, los más conocidos; además del ya mencionado Nengón Kiribá lo son el Nengón de Imías, ambos en la tierra del Guaso, mientras continuamente aparecen algunos desprendimientos, como el Nengón del Cauto en Cauto Cristo, Granma y el Nengón Tunero, los cuales adquieren su propia identidad y por tanto responden a la impronta de sus cultores en el propio proceso de reconocimiento y asimilación cultural por décadas. El proceso cultural de la localidad propició la celebración de la Fiesta del Kiribá y Nengón, la misma se vincula con la celebración del Cacao en el Jamal. Se comienza desde los preparativos del jolgorio; limpieza del rancho, elaboración de los platos y bebidas típicas, se organiza el pedazo de tierra con un hueco para el asado del lechón en púa para deleitar junto al congrí, viandas y ensaladas, acompañados por sabrosos dulces, como el cucurucho de coco, dulce de naranja, frangollo de plátano tulanga, calalú con leche de coco, el bacán, palmito con leche de coco, enchilado de cangrejo con leche de coco, fríjol caballero con leche de coco, cucurucho, y frangollo, entre otros.
Al igual que el Nengón, el son montuno ha sido de los más favorecidos, al menos más representado, promulgado y visibilizado, sin duda, este conjunto musical surgido a finales del siglo XIX y principios del XX ha mantenido afortunadamente su forma original, su escenario se ha desplegado a muchas zonas del interior del país, manteniendo su esencia musical a base de guitarra, tres, maracas, claves, bongós, marímbula y en algunos casos hasta una botija. Esta agrupación musical evolucionó en la capital hacia los sextetos y septetos, los que sustituyeron algunos instrumentos e incorporaron otros. En cuanto al conjunto de son montuno, el sexteto es el que más influjo ha ejercido sobre éste durante la primera mitad del siglo XX hasta nuestros días.
Otras formas o variantes no han trascurrido con la misma suerte que el Son Montuno y el Nengón Kiribá, en cuanto a reconocimiento y visibilidad en su repertorio por parte de unidades artísticas del movimiento de artistas aficionados y/o agrupaciones profesionales, quienes no han apostado por éstos ritmos y bailes a pesar de su encomiable y legendario valor identitario. En este sentido también podemos excluir al auténtico sucu-sucu, el cual los pineros lo ha resguardado como su perla musical, aunque para muchos difiere del son al poseer un aire más pausado y esquemas rítmicos mucho más sencillos, se pueden presenciar en su estructura rasgos básicos, como el arrastrar los pies por el piso, lo cual ocasionaba en los antiguos pisos de madera un sonido similar a sucu-sucu (de ahí su nombre), además del influjo recibido de los bailes procedentes de Jamaica o de las Islas Caimán, con una notable e histórica influencia en esta región cubana.
Grupo tradicional Negón Kiribá, Baracoa. Guntánamo
Mucho se ha contado del Nengón y sus variantes en las zonas guantanameras de Baracoa e Imías como células primarias del son, sin embargo cuentan también de la existencia de auténticos ritmos pertenecientes al son montuno a finales del siglo XIX y principios del XX un poco desconocidos por las generaciones actuales, como la puntillita y la cañandonga. La música de estos bailes pertenece al género del son y se interpreta en un compás de 2/4, utilizada en guateques campesinos y el instrumento predominante es el tres, acompañado, por guitarra, marímbula, bongós de monte además el guayo, las maracas y las claves. Al escuchar cada uno de los temas se pueden catalogar de cantos libres pero alegóricos al quehacer cotidiano de los campesinos, se improvisaba durante un rato prolongado; el instrumento del tres (Patrimonio Cultural de la Nación), encargado de matizar los espacios libres, ejecutando una introducción y manteniendo el ritmo hasta el final. El efecto de la sonoridad del conjunto musical se acerca al changüí. Según informantes; formaban parte del ambiente festivo de las comunidades rurales de la zona de la Tinta, perteneciente al municipio de Maisí, provincia de Guantánamo. Se baila dentro de los patios o salas de las viviendas, y al culminar cada número se aplaude vivamente a los bailadores. La puntillita y La cañandonga presentan rasgos eminentemente distintivos de la estirpe campesina en la cultura cubana; dado, que su formato sonoro - instrumental y los cantos reflejan situaciones del ambiente típico de los guateques, aunque con matices propios que se expresan a través de la interpretación de estrofas y estribillos de época, y sus singulares pasos y movimientos coreográficos, mientras se baila por parejas que marcan esos pasos en consonancia con la música y el canto. El paso en los bailes tradicionales específicamente de la cañonga se ejecuta al compás de la música, las piernas hacen una pequeña flexión y se mantienen durante todo el baile, se comienza saliendo con el pie derecho a pie plano, luego se alterna con el pie izquierdo y así sucesivamente, no tiene vueltas de pareja, es de coreografía libre y espontánea, protagonizada por improvisaciones bailables. La puntillita presenta elementos propios; cuando el talón baja sin tocar el piso, se realiza un brinquito como si se tuviera una puntilla en el zapato; luego se alterna con el pie izquierdo y así sucesivamente, tiene vueltas de parejas, sobre todo, por debajo del brazo del hombre.
Por otro lado el grupo portador de tradiciones de las variantes del son; Nengón del Cauto, particulariza sus cantos y bailes específicos de la zona del río Cauto, con una sonoridad diferente a la de otros existentes en la región oriental, sus estribillos reflejan y responden al vínculo con la ganadería al ser ésta la actividad principal de la región y de los propios portadores practicantes, caracterizado por su compleja ejecución y originalidad, reflejando en sus coreografías y pasos básicos las faenas ganaderas, como la monta a caballo, el enlace de la vaquita y el robo de la novia, estas formas adquieren un sello distintivo, dado por la figura del vaquero de aquellos tiempos por lo que se fue incorporando al guateque las espuelas, las pantaloneras y demás atuendos, propiciando un estilo en el cual insertan sus improvisaciones relacionadas con su trabajo cotidiano. Los instrumentos descritos por Doña Antonia Ramírez y su hermana Doña Julia Ramírez organizadoras de los guateques en esta región fueron el tres, la tumbandera o tambor arco ; su construcción respondía a la improvisación, fabricada a base de un palo de un arbusto llamado palo bronco, la cuerda de una fibra sonora y el parche de cuero, fijado en un hoyo que funcionaba como caja de resonancia, también la bunga, una especie de tambor fabricado con un palo ahuecado y cuero de jutía trincado con cuerdas de cuero o alambre y maracas. En la actualidad el formato que mantiene es a base del tres, guitarra, marímbula, maracas, bongó, voz guía, así como una segunda y una tercera.
Otra expresión representativa y centenaria de la variante Nengón del Cauto es la familia Miranda, agrupación portadora que surge en 1876, hoy bautizada como grupo portador de tradiciones Raíces soneras. Sus instrumentos son construidos por ellos mismos, su composición musical es a base de claves, maracas, güiro, bongós, tumbadoras, marímbula, guitarra, tres, especialmente, la tumbandera, instrumento fabricado en la tierra con elementos naturales (yagua y bejuco), el cual se percute y se pulsa a la vez, considerado como antecesor familiar del bajo. Otro de los instrumentos utilizados es la maraca cartapila, fabricada por la familia a inicios de los años 20, le dieron este nombre porque su sonido se asemeja a la de un carro tirado por bueyes. Como dato curioso se debe señalar que se mantiene una sola tumbadora, ya que desde sus orígenes la familia utilizaba una bocúa (confeccionada a base de troncos de árboles) y no dos como se utiliza en grupos de este formato.
Como resultante de los bailes, danzas tradicionales y expresiones musicales; presuntamente durante la década de 1930 comienza a entonarse en las Cuchillas del Toa, municipio de Maisí, el reconocido aeroplano, primogénito guiado por el tres, que aunque sostenido sobre la improvisación hace recurrente un estribillo que dice: por las Cuchillas del Toa vi volar un aeroplano y ya voló…
Grupo tradicional Changuíde la Palmita. Los Reinaldos, Songo la Maya. Santiago de Cuba
Si de comunidad portadora del son cubano se trata hay que mencionar a Manzanillo, pues en su suelo alberga expresiones únicas y distintivas del verdadero son cubano, precedido por la existencia de una modalidad tradicional, como la melcocha; conjunto instrumental que toma como base la interpretación del son montuno, pero con la peculiaridad que no presenta voces, o sea se manifiesta de forma únicamente instrumental, incluyendo un acordeón, el cual imita la sonoridad del instrumento aerófono conocido como órgano oriental, además de la inserción en algunas agrupaciones tradicionales de la quijada de caballo, lo cual le imprime la sonoridad como si fuese un chequeré, en ésta expresión sonera destaca el grupo portador de tradiciones Guasimal con una marcada transmisión de varias generaciones por parte de la familia Escalona con más de 125 años de existencia. También es digno nombrar el grupo portador de tradiciones la Melcocha de Yara, la cual preserva los toques de las melcochas de antaño, muy características de esa zona oriental de Cuba. El paracaídas constituye otra variante del son montuno, propio de la región de Manzanillo, mucho menos conocida que la melcocha, aunque felizmente no se puede decir que se ha perdido en su totalidad, ya que se ha podido encontrar algunos de sus presagios en conjuntos típicos musicales de la zona.
Otras de las variantes del son montuno cubano que entran en el infortunio de poco conocidas de su existencia es el papelón, propia de las orientales provincias de Holguín y Las Tunas, se puede apreciar como el hombre baila con un papel, el cual es colocado en la parte posterior del pantalón, perseguido por varias mujeres, realizando diversas figuras, tratan de encender el papel con una vela o candil, baile muy divertido con un alto sentido lúdico. Los Bandos Rojo y Azul de Majagua lo han incorporado dentro de sus bailes. Mientras diversas agrupaciones del movimiento de artistas aficionados lo han incluido también en su repertorio músico danzario.
Grupo tradicional La Melocha de Yara. Granma
No solo en el oriente cubano encontraremos expresiones auténticas del genuino son cubano, en el centro del país aparecen también algunas manifestaciones soneras pocas conocidas. Dentro de éstos elementos podemos identificar a la sirivinga, considerada también como un tipo de fiesta, modalidad de tingo-talango, baile semejante a la caringa, se acompaña musicalmente a través de una bunga, compuesta instrumentalmente, por un tres, claves, taburete, machete y por quien la bautiza; una sirivinga. Constituye una modalidad propia de la región de Trinidad, surgida en el siglo XVlll, específicamente en el año 1775, de ahí su valor histórico, antropológico e identitario. Desde el punto de vista musical puede ser considerada como una variante de la caringa, por lo que también se le conoce por caringa trinitaria.
El tumbaíto también puede alistarse dentro de las expresiones soneras pocas reconocidas por los cubanos como una de las variantes del son montuno. Debe su nombre al movimiento propio de este baile, que suele compararse con el realizado para extraer el agua de un pozo. Igualmente encontramos en ésta región del país el buey suelto; variante del son montuno, autóctono solo en las comunidades de Ranchuelo y Caibarién en Villa Clara; se baila en parejas, donde los cantos son improvisados por parte de los propios bailadores durante toda la ejecución.
Estamos en presencia de expresiones pertenecientes a lo más legendario y fidedigno del Patrimonio Cultural Vivo en Cuba; sin duda, encontramos en ellas las más auténticas raíces de nuestra nacionalidad, se trata de ponderar el verdadero son cubano, si en realidad deseamos considerarlo como parte insoluble de la cultura cubana, declarado Patrimonio Cultural de la Nación.