Por Diane Martínez Cobas
La temporada corta Danza Contemporánea de Cuba, de dos funciones con público y muestra especial, tuvo lugar en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba, al cierre de 2021.
El programa conformado por los estrenos Sacrificio, de Laura Ríos, y Polvo, palabras, sombras, nada, de George Céspedes, junto a Danzas de Amor que se fue, de Billy Cowie, fue comisionado por la productora francesa independiente de audiovisuales, Films Figure Libres, con el propósito de rendir tributo al compositor, pianista y director de orquesta Camille Saint-Saën en el centenario de su deceso.
Danzas de Amor que se fue (2019), presentada ahora en un formato más compacto, no pierde la visión lírica y minimalista de Cowie desde los versos de Federico García Lorca. Es danzada solo por 10 mujeres que contienen los movimientos virtuosos, y relatan al tempo de la declamación de Clara García Fraile, o en las tonadas de zapateos y pasodobles, las historias de amor.
Foto: Danzas de Amor que se fue. Tomada del perfil de Facebook de la compañía
La impecable técnica que demanda Billy Cowie en las mantenciones de piernas en las bailarinas, no está del todo resuelta en este nuevo elenco. Aunque la coreografía pareciera de fácil ejecución, exige de un entrenamiento que las intérpretes no han alcanzado tras estos tiempos de covid. Sin embargo, la pieza, como en Tangos cubanos (2015) del mismo autor, se complementa con diseño audiovisual que armonizan los oscuros vestuarios que acompañan todo el programa.
Sacrificio es un unipersonal interpretado por la primera bailarina Stephanie Hardy, en el que Laura Ríos, esta vez en su primer trabajo como coreógrafa para la compañía, expone el cuerpo de Stephanie al límite. Descompone, con el apoyo musical electrónico de Iván Fernández Real, una partitura coreográfica con ritmo estridente, que necesita de un calentamiento previo e in situ por lo agresivo que son los movimientos.
Foto: Sacrificio. Tomada del perfil de Facebook de la compañía
Hardy se transforma en la escena. Su monumental figura con extensiones de brazos y piernas peculiares, es un espectáculo en esta obra que solo puede ser interpretada por ella: una bailarina inusual. Transita por la rítmica de una danza casi gimnástica, a la contorsionada imagen de un cuerpo que juega con la resistencia anaeróbica por un período de 12 min. Tiempo efímero, pero persevero en la agonía que sufre tanto la intérprete como el público, aunque fue la obra más elogiada por los asistentes de esas noches al teatro.
Sacrificio es un ejemplo de la vida diaria de los bailarines, de los cuerpos que suben a escena después de un tiempo prolongado prácticamente en desentrenamiento, de los límites que hay que afrontar para obtener el máximo provecho.
Polvo, palabras, sombras, nada es un encargo especial a Danza Contemporánea de Cuba, que se articula la partitura coreográfica de George Céspedes con fragmentos de varias de las obras del afamado compositor Camille Saint-Saën, y la edición musical de Alexis de la O Joya y Céspedes.
El coreógrafo de Carmina Burana (2009) y de la trilogía Matria Etnocentra (2016), Identidad a la -1 (2013) y Mambo 3XXI (2009), no se aleja de sus concepciones filosóficas y matemáticas. La obra parte de la cita del filósofo, matemático y astrónomo persa, Omar Kahyyam: "El vasto mundo: un grano de polvo en el espacio. La vana ciencia de los hombres: las palabras. Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras. El fruto de tu continua meditación: nada".
George hace magia de la escena. Sus diseños coreográficos, acompañados del espectacular trabajo que realiza para mover grandes masas de bailarines, es una de sus características distintivas. En esta ocasión, el cuadro que da inicio a la obra, destaca de forma espléndida. Los cuerpos se coordinan como cuerdas de un piano que bajan y suben sin pesar.
Foto: Polvo, palabras, sombras, nada. Tomada del perfil de Facebook de la compañía
Esta obra, al igual que otras de gran formato del autor, parten de talleres en que los bailarines hacen investigaciones de movimientos que llegan al resultado final de la puesta. Con la asistencia de Yoerlis Brunet, maitre y ensayador de la compañía, logran que cada frase sea distinta a la de otras piezas y que el formato de Céspedes continúe siendo un éxito.