Dayana Stable
La reafirmación de una postura equilibrada y sostenida de la danza cubana en el panorama complejo de estos tiempos, evidencia la salud de esas compañías que se distinguen por el rigor en la creación, el trabajo constante y por ende, el profesionalismo que de ello deviene.
Cada paso a su tiempo, y aunque ellos se empeñan en consagrarse como Mal Paso, subsisten en esa dicotomía aparente entre su hacer y su nombre, afortunada metáfora para quienes frecuentan sus espacios de representación artística.
Este 8vo Aniversario ha sido espécimen de esas características que definen las puestas escénicas y el trabajo de forma general, realizado por esta aún, joven compañía. La disciplina consciente como método durable se vislumbra en el disfrute del desempeño coreográfico, y destaca con una claridad tal que se transforma en sencillez, pureza y claridad escénica. Es una especie de agua clara donde no interfieren elementos externos que degraden la visualización transparente de lo observado, más bien se convierte en horizonte nítido de movimientos, diseños y exquisitez.
Justo ahí radica, al parecer, la esencia de Mal Paso, en ese sentido selecto de sus representaciones, en la exquisitez presencial de sus bailarines y sus desempeños físicos en las obras danzarias. Ambos dispositivos construyen el accionar creador de esta agrupación.
Tres obras conformaron el programa mostrado en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, todas coreografiadas por reconocidos exponentes foráneos, que atavían con sus creaciones el repertorio desarrollado hasta el momento. Tres piezas que bien saben coexistir en el mismo espacio escénico y que mantienen una coherencia a pesar de las particularidades propias de cada una.
Vals Indomable apareció como la primera obra, austera desde sus códigos estéticos, dígase vestuario, escenografía, luces, pero que encierra en su ligereza las más bellas formas de lo danzario. Coreografiada por AszureBarton, reconocida artista internacional, pone en diálogo con el espectador, un imaginario específico que encuentra su extensión a través de la excelente música de Alexander Balanescu, Michael Nyman y NilsFrahm. Son obvias las referencias que asume la creadora en formas danzarias folklóricas cubanas, que se emanan y transfiguran para recrear la atmósfera atrayente que transcurre en la escena, elementos que pueden haber surgido de la propia búsqueda individual de los bailarines, según las pautas motivacionales sugeridas por la artista.
Creada por RobynMineko Williams, en memoria de Bob Williams, la pieza Elemental, surge desde una sensibilidad otra, que vuelve a acercarse a elementos culturales propios de nuestra identidad. Esta vez la música constituye ese código ilustrativo del patrimonio cubano, que permite conjuntamente con otras fuentes de inspiración, crear un recorrido artístico basado en el humanismo sensible de la danza. Las piezas de Ernesto Lecuona“La comparsa” y “Noche azul” constituyen joyas musicales del repertorio de siempre, y permiten un entendimiento mucho más afín para el público cubano, conformando escénicamente un lugar acogedor y aparentemente conocido. El bailarín Manuel Durán interpreta dentro de la obra el tema “Perdón”, de Pedro Flores, cantado a capella, mientras dos bailarinas dibujan desde el movimiento el reflejo de ese canto. Tanta es la sensibilidad de quien canta, y vale destacar lo correcto que lo hace, que en ocasiones se pierde de vista el dúo danzario justamente, por la intensidad de esa voz que clama perdón desde la sensibilidad más verdadera.
El programa concluyó con la representación de la obra Tabula Rasa, coreografía del creador israelí OhadNaharin, quien desde sus propios códigos, configura la pieza, quizás, más distante para el público cubano. Sus formas no tanto danzarias sino más psicológicas, crean un espacio-tiempo escénico complejo, donde se hace necesaria una deconstrucción de todos los factores que confluyen, para propiciar la comprensión al menos cercana, del entramado construido. Si bien la obra constituye dentro de las tres expuestas en la noche tal vez la más reflexiva y absorta, no deja de lado la posibilidad del disfrute y el deleite, justo porque en la acción comprensiva de fluir y entender, también radica gran parte del placer de la puesta.
Las funciones realizada los días 4, 5 y 6 de diciembre por la compañía cubana Mal Paso Dance Company, se une a las muchas otras representaciones artísticas que se han venido consumando en los diferentes espacios escénicos de la capital, y que sin dudas, constituyen una vía de escape necesaria, para continuar dentro de este complejo escenario provocado por la Covid-19. Que vengan más aniversarios, más creaciones danzarias y se multipliquen siempre las buenas representaciones artísticas. ¡Feliz aniversario!