Toda la Danza

Danzar en paisajes urbanos, relumbres de un festival

Por José Omar Arteaga Echevarría

Fotos: página de Facebook de Danza Teatro Retazos

Cada año el Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos Habana Vieja. Ciudad en Movimiento acostumbra a tomar el Centro Histórico con un despliegue de danzantes que se conjugan con la arquitectura. Isabel Bustos y su compañía Danza Teatro- Retazos, artífice fundamental del evento junto a la Oficina del Historiador de la Ciudad y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, idearon un programa que incluyó talleres, clases magistrales, paneles dedicados al pensamiento teórico de la danza, y el acostumbrado espacio para el audiovisual DVDanza Habana Movimiento y Ciudad.

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Cartel del 26 Festival de Danza en Paisajes Urbanos

Esta edición 26 del Festival ha sido un reencuentro para los artistas que asiduamente participan en el circuito de eventos danzarios, contra el que ha atentado la situación sanitaria impuesta por la Covid-19.

Diversos han sido los modos de proyectar la kinesia en los espacios no convencionales; los lenguajes del movimiento (desde la contemporaneidad hasta las danzas tradicionales y folclóricas) se ponen en función de conectar con aquellos que pasan y se quedan, graban, hacen fotos, o se asombran ante el gesto.

Los colectivos danzarios nacionales y foráneos presentaron un volumen considerable de obras, y aunque no fue un Festival de la magnitud de otros años, su puesta en marcha y realización fue un triunfo en medio de la actual crisis económica y sanitaria de la que el mundo aún no se recupera.

Entre las piezas expuestas —unas no concebidas originalmente para las exigencias del Festival callejero, otras presentadas como trabajo en proceso, y algunas hechas para el encuentro—, fue recurrente esa especie de conexión entre los temas y las partituras del movimiento que, en ocasiones, parecían reiterarse en secuencia y pasar de una coreografía a otra, aun cuando los exponentes pertenecían a diferentes agrupaciones.

Sobre el accionar danzario en estos espacios me cuestiono, ¿por qué sigue siendo la danza lugar de tecnicismos y demostración de destrezas-pasos-evoluciones-quien salta más alto-cae mejor-sube más la pierna?

Algo desafortunadamente común, es encontrar los espacios de análisis y reflexión teóricos despoblados de los jóvenes intérpretes —creadores o co creadores—, que luego ejecutaron de forma magistral las secuencias coreográficas. ¿Por qué siguen siendo dos caras (antagonistas) de la misma moneda la teoría y la práctica? Urge revisar, desmontar estas relaciones y/o desconexiones para lograr una imbricación orgánica de los procesos que atañen al hacer dancístico.

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Discutir sobre coreografía ya no es hablar solo de danza. La expansión del término traspasa la organización-relación del movimiento de sujetos u objetos para inmiscuirse en todas las aristas del ser social. Las definiciones de coreografía hoy se nutren de discursos plurales encaminados hacia las prácticas filosóficas, estéticas, políticas, científicas, económicas, a manera de pulsiones que provocan la creación artística.

Para seguir esos cuestionamientos, me remito al coreógrafo inglés Michael Kliën quien, en constante preocupación por la reelaboración de la práctica y la teoría danzaria como acto de subversión, reescribe las definiciones de coreografía ofrecidas por los diccionarios a partir de pautas que apuntan a un hacer desde lo sociopolítico:

Coreografiar (v.): organizar relaciones entre cuerpos en el tiempo y el espacio.

Coreografiar (v.): el acto de enmarcar relaciones entre cuerpos; “una forma de ver el mundo”.

Coreografía (s.): el resultado de cualquiera de estas acciones.

Coreografía (s.): una constelación dinámica de cualquier tipo, conscientemente creada o no, auto organizada o super impuesta.

Coreografía (s.): orden observado…, intercambio de fuerzas; proceso cuyo orden encarnado es observable u observado.

Coreografiar (v.): reconocer dicho orden.

Coreografiar (v.): acto de interferir o negociar dicho orden.

Hágase la danza en su sentido plural; hacer teoría es hacer danza también. Hágase la que se parece a su ciudad y su gente; hágase callejera, sobre el escenario del edificio teatral o donde sea factible danzar.

Si algo demostró el aislamiento producto al virus del Sars Cov-2 fue que las maneras y los lugares están ahí; solo hay que explorar, intentar, subvertir, transformar. Multiplíquense los motivos y los encuentros, los diálogos, las inquietudes en cuanto a forma y contenido, la interdisciplinariedad del danzar.

Caminar en estos días por las plazas, sentir la música, los pasos transeúntes apresurados para llegar a las calles-escenarios, la sorpresa en las caras, la alegría, son imágenes que reafirman la necesidad de que el arte salga a los ámbitos comunitarios y que llegue a todas las personas. Se despiden los pies que transitan, los cuerpos que tocan la ciudad antiquísima.

La ciudad habanera vuelve a sus dinámicas naturales, al ajetreo de su gente; quedan, sin embargo, las huellas sobre piedras y adoquines de estos 26 años de un Festival que convoca a sentir la urbe desde el impulso danzario.

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