Teresa Romero
Tropicana, el cabaret situado en los mismos límites orientales del municipio Marianao, es un gran atractivo para quienes visitan La Habana y un centro nocturno de reconocimiento internacional.
Abrió sus puertas al público en el ya lejano año de 1940 y su primera revista, Congo Pantera, con la bailarina Tania Leskova, procedente del Ballet Ruso de Montecarlo como solista y la dirección de Sergio Orta, marcó características que habrían de permanecer en el modo de presentar de sus obras: como relacionar las historias narradas con el entorno de nutrida vegetación que caracteriza sus escenarios.
A lo largo de estos ochenta años de existencia, Tropicana ha tenido en su pista a muchas notoriedades de la música, la actuación y la danza cuya enumeración se tornaría fatigosa.
Si resulta prudente mencionar a algunos directores artísticos y coreógrafos cuya impronta resulta de dimensiones superiores. Entre ellos, el propio Sergio Orta; Rodérico Neira, el legendario Rodney, creador de espectáculos muy elogiados en su momento como Noches del Trópico (1956), Tambó (1957) y Vodú ritual (1958); Joaquín M. Condal, quien dirigió la sensacional producción Los romanos eran así, que incluía animales de circo; el gran coreógrafo Santiago Alfonso, cuyo modo de concebir la danza aún está presente en la Compañía, y Tomás Morales. En estos tiempos, corresponde la dirección artística al ex bailarín Armando Pérez Sánchez (el Mellizo) y el espectáculo actual se denomina ¡Oh, La’ Habana!
La Compañía danzaria de Tropicana cuenta con algo más de 80 bailarines que provienen de distintas fuentes de formación, entre otras, las escuelas profesionales de ballet y danza de quienes se exige dar respuesta a las exigencias de ritmo, musicalidad, coordinación y proyección escénica para bailar en el mundo del espectáculo. También se presentan para ingresar en ella, bailarines que no han tenido una formación académica estable pero son que, de una forma u otra, son poseedores de una buena formación técnica, recibida de diferentes maneras.
Los bailarines del Cabaret Tropicana reciben una sistemáticamente clases de ballet, danza contemporánea y bailes folclóricos. Esto tributa a los diferentes montajes o que se realizan por coreógrafos encargados; paralelamente están los ensayos, donde perfeccionan la puesta en escena.
Dentro del Cuerpo de baile, se observa el desarrollo de cada bailarín, lo que permite que este transite hacia un nivel cada vez más alto, técnica y artísticamente, lo que contribuye a su desarrollo personal y a la buena calidad de la entrega artística.
En este proceso se produce una interesante contradicción creativa: el maestro trata de desarrollar la técnica (ballet o danza) que el bailarín va incorporando y el coreógrafo trata de romper con la técnica que ya posee el bailarín.
El espectáculo, desde los tiempos de Rodney, se ha caracterizado por la presencia de diferentes cuadros — grandes escenas — como el español, el cuadro negro y el baile de las chancletas, entre otros.
El baile de Tropicana se caracteriza por su sensualidad e invita al espectador a imitarlo y compartirlo, es decir, bailar con los artistas. Se intercambia mucho con el público que, en ciertos momentos, está muy cercano a los bailarines, pues no se baila sólo en la escena y las pasarelas, sino también entre las mesas donde se sientan los asistentes.
El baile de la Compañía de Tropicana es de dimensiones espectaculares por lo ciclópeo del escenario, su acento fastuoso que logra maravillar al público con su vestuario, los adornos y ornamentos , así como los múltiples efectos de luces, su magnificencia y enfoque deslumbrante que conduce a que el espectáculo produzca una gran impresión en el espectador.
Si Usted, lector, es de los que cree que en Tropicana, por tratarse de un cabaret, no hay bailarines de excelencia, dese una vueltecita por el show y podrá comprobarlo.
Por cierto, ya estamos ensayando y todo parece indicar que ofreceremos las primeras funciones en los primeros días de noviembre.