Por Kaisa García
Después de un año donde las artes escénicas en Madrid han sufrido una extrema decadencia debido a la situación epidemiológica, el Teatro Real abrió sus puertas a la Compañía Cubana Acosta Danza, volviendo así a resplandecer como lugar destacado donde lo mejor del arte internacional se da cita con los madrileños.
Foto: Tomada de la página de Facebook de la compañía
Volver al teatro después de tanto tiempo y disfrutar de la precisión y calidad que siempre ofrece Acosta Danza fue todo un acontecimiento. A teatro lleno, como era de esperar, el público acogió el programa de muy buena manera. Lo cierto es que no hubo coreografía que fuera más ovacionada que otra; la selección de las piezas, su orden fue acertado y la ejecución impecable.
Volver a la danza en tiempos de pandemia es energizante. Disfrutar de un espectáculo de esta categoría me recordó lo que era conectar con las artes escénicas desde la perspectiva naive del espectador, aunque en mi caso, como es el de todos los que nos dedicamos a este arte, es bastante difícil retornar a un punto realmente ingenuo del espectador amateur. Sin embargo, la consecución de eventos por lo que ha pasado el planeta en este último año, nos ha aislado a casi todos de aquello que nos activa, por lo que, hasta cierto punto, pude observar esta presentación despojada totalmente de prejuicios.
Coreografías poderosas como Satori, permeada por ritmos afrocubanos, y Twelve, centrada en la audacia de cada intérprete dado por el factor sorpresa, nos recuerdan la potencia a la que somos capaces de encendernos. Nos llenan de energía y de poder el alma.
Mermaid y Paysage, Soudain, La nuit nos trasladan a lo sublime de lo terrenal, a esos sentimientos, sensaciones y energías profundas que son difíciles de describir pero fáciles de sentir. Nos muestran nuestro propio mundo pero de manera mágicamente real, palpable.
Two, por su parte, todo un espectáculo, ejecutado de manera magistral por Carlos Acosta, nos recuerda la individualidad a los más jóvenes. El cuerpo como cuerpo efímero, el cuerpo como imagen superficial, pero también el cuerpo como cuerpo orgiástico, sublime, psicodélico al final de la coreografía, porque cuerpo-alma es una unidad y este contiene movimiento ilimitable.
Acosta Danza continuará su gira por toda España, algo muy beneficioso para retomar el intercambio artístico que siempre ha existido entre Cuba y este país. Ha sido todo un éxito en Madrid, hay sed de arte de este tipo, un arte danzario elaborado, soportado por musas y filosofías de contenido variado y consistente, un arte danzario que es capaz de sacarnos de este mundo pero que al mismo tiempo nos vuelve a conectar con él de la manera más sublime.